Las dificultades que se derivan de la brecha entre la generación y el abastecimiento de energía eléctrica amenaza con ponerle la lápida a las pequeñas y medianas empresas. Sólo en San Pedro Sula, las PYMES reportan pérdidas por 40 millones de lempiras por culpa de las interrupciones que se prolongan por varias horas.

Los pronósticos son grises. Al término de este año, las pérdidas podrían perforar el nivel de los 200 millones de dólares. Ya en el primer trimestre, el menoscabo por la crisis energética alcanzó la cifra de 50 millones de dólares.

El desbalance entre el consumo y la disponibilidad de energía se ha agudizado especialmente en el mes en curso, cuando el déficit ha llegado hasta los 110 megavatios en algunos días; si no es que sobrepasa los límites razonables, a menos que se ponga en marcha un plan emergente de rescate del subsector.

Un par de meses atrás, se había anunciado un programa tendiente a reducir hasta en 50 por ciento el impacto de los “apagones”, fundamentado en la desconexión del sistema de la industria y maquila en ciertas franjas horarias, y en la instalación de motores y de transformadores de potencia en unos veinte sectores de los departamentos de Atlántida, Cortés, Yoro, Olancho, El Paraíso, Copán, Valle y Choluteca.

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Hemos entrado en un nuevo ciclo crítico que pudo haberse evitado, ya que desde hace tres años se había advertido que una situación apremiante se avecinaba por la menguada capacidad para cubrir la creciente marca de consumo.

Están pasando una nueva factura la opacidad, la improvisación, la falta de visión y la no planificación en los rubros de generación, distribución y transmisión, para cuyo fortalecimiento se necesitaría de una inversión cercana a 3,000 millones de dólares. Todo ha quedado reducido a un “socorrido, como mentiroso discurso”.

Así fue antes y así ocurre hoy día. El colapso energético es un proceso que no ha podido ser revertido.

Lo que ha predominado es la imprevisión, la mirada de corto alcance y la incapacidad en lo que ha transcurrido de la administración del Poder Popular de Libre en lo que tiene que ver con la recuperación del subsector eléctrico.

Con todo y los pretextos esgrimidos por las autoridades gubernamentales de turno, los racionamientos han vuelto; las amenazas de darle el tiro de gracia a las empresas y a la industria son reales; y el peligro de que la economía entre en una postración sin retorno, es algo que se da por sentado.

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