Hace ya un buen rato, nos dimos cuenta, que para contener la propagación del covid-19, y en medio de esta grave coyuntura sanitaria, económica y social, se requería más que el distanciamiento y la mascarilla; más que el encierro y el dejarnos de abrazar.

Casi 14 meses después de que se confirmó el primer caso positivo del nuevo coronavirus en el territorio nacional, nos dimos cuenta -aunque haya sido a fuerza de sopapos o coscorrones-  que a la pandemia sólo la íbamos a enfrentar con un sistema sanitario de atención primaria fortalecido sobre la marcha y un plan integral estructurado a partir de medidas también integrales en diferentes escenarios.

Sólo así era posible contener la propagación de la pandemia. En buena medida contribuiría la responsabilidad individual de la ciudadanía, las medidas de bioseguridad, pero fundamentalmente, una conjugación de acciones sanitarias, económicas y sociales, que redundarían en un plan integral. No era tapando baches ni jugándonosla al gato y al ratón.

No era como lo habíamos hecho siempre o casi siempre en Honduras: improvisando, politiqueando, inventando, y otra vez, improvisando.

De ahí pues los resultados y cifras con los que la pandemia se ha cebado contra la población hondureña. Los más de 7 mil 300 compatriotas que han fallecido por covid-19 en el país es también el resultado de la manera errática en la que se ha venido enfrentando la pandemia.

No ha sido después del inicio de la pandemia, sólo desconocimiento ni desinformación, ni tampoco, las funestas consecuencias de la irresponsabilidad ciudadana, como en algún trecho de este penoso camino de pandemia recorrido se le pretendió achacar a la población.

A esta altura ya no deberíamos estar pegando parches. Ya debería haber tenido claro el gobierno que los triajes, por ejemplo, son la primera barrera de atención primaria y de contención de la pandemia.

Y dudamos que lo tengan claro, porque si no, como explicamos que todas las semanas se cierran centros de triaje mientras su personal tiene que esperar dos, tres y hasta cuatro  meses para que les paguen sus salarios.

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¿Acaso es que la lucha contra el coronavirus no es ni ha sido la prioridad en Honduras? ¿cuánto no han insistido los expertos -a los que de por sí casi no se les ha tomado en cuenta-  a que se refuerce ese primer bloque de vigilancia epidemiológica, a fin de que las autoridades sanitarias consoliden un sólido entramado capaz de  diagnosticar y aislar los casos y sospechosos, ubicar todos los contactos estrechos de los sospechosos o positivos?

Esa primera barrera ha sido fundamental en la obtención de datos y en el procesamiento de los primeros análisis antes de que el sospechoso o positivo termine en una sala del colapsado sistema hospitalario.

¿Por qué no terminar de potenciar entonces ese sistema primario de estabilización y atención primaria de pacientes covid? Hace una semana y media atrás el Foro Nacional de Convergencia revelaba que más de cien centros de triaje habían cerrado en igual cantidad de municipios y eso evidencia que ese primer bloque de atención primaria y estabilización no ha sido lo más importante.

Disponer de un plan, integrando acciones en los frentes económicos, sociales y obviamente, sanitarios, para coordinar, redimensionar y adaptar las estrategias, es la clave para ganarle la batalla al virus.  Por eso insistimos que la lucha contra la covid-19 demanda medidas integrales en los distintos frentes y escenarios.

Olvídense ya de una vez y por todas de medidas reactivas como el cierre del aparato económico. Los profundos impactos sociales y económicos que esa restricción le provocó al país fue devastadora.  El cierre le causó a las fuerzas productivas un terrible dolor económico y social que el pueblo hondureño, la población económicamente activa, no está dispuesta de nuevo a aguantar.

Dar marcha atrás en la reapertura de la economía -estemos claros- no es para nada una opción viable, siquiera a considerar, sobre todo cuando las perspectivas de desempeño del aparato productivo nacional no son tan optimistas.

Hay que seguir avanzando en el programa de vacunación como tibiamente se avanzó en las últimas semanas.  En eso radica también la lucha para bajar el ritmo de propagación del coronavirus y de los fallecimientos.   Y a esta altura, insistimos, y se lo recordamos a los señores del gobierno, la pandemia ya no se puede seguir encarando nada más sólo como cuando se tapan baches.

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