Nunca como ahora la democracia hondureña necesita reglas electorales claras y confiables, y un sistema integral que por fin vele por los intereses de las mayorías. Y hemos dicho en reiteradas ocasiones que siendo la democracia y el sistema democrático una responsabilidad de todos defender y sostener, la institucionalidad más que nadie, está llamada a ser la catapulta de la consolidación democrática hondureña a partir del empoderamiento de la transparencia, la credibilidad y la legitimidad de los procesos electorales como el que tendremos en noviembre.

Es también una oportunidad de oro -decimos- que la clase política y la institucionalidad electoral tiene para limpiar su cara sucia y su decadente desprestigio, y que de cara a los comicios generales de noviembre le garanticen al pueblo hondureño un proceso que no sea más que el reflejo fidedigno de lo que el ciudadano decida en la urna.

De allí la insistencia de HRN a la clase política para que no sea desaprovechada la coyuntura; para que nuestra rancia e históricamente cuestionada institucionalidad nos aseguren un proceso electoral transparente que pase por un mecanismo de votación y transmisión de resultados confiable y rigurosamente apegado a lo que el votante decida en la mesa y en la urna. Un mecanismo de votación, lectura y transmisión que no apañe más las prácticas dañinas que terminaron empañando y deslegitimando los procesos electorales en Honduras. De eso se trata nuestro llamado y este es el clamor del pueblo hondureño!.

Honduras no quiere más un sistema electoral pando y colapsado por la mañosada y el fraude. Ya no más a un sistema que terminó “eligiendo y legitimando”, y lo decimos entre comillas, a los que no ganaron el favor del voto popular, y que ni por cerca, representan o representaron la voluntad del ciudadano en las urnas.

Nos sigue pareciendo raro y sospechoso que siendo el sistema de transmisión de resultados electorales, una garantía de transparencia y fidedigno reflejo de la marca del ciudadano en el voto, apenas se esté hablando del hasta ahora conocido TREP. ¿Será posible que la institucionalidad y la clase política doméstica quieran seguir promoviendo este desasosiego y estos procesos comiciales al estilo Honduras?.

Quedan cinco meses para las generales y lo que Honduras exige, además de saber a dónde termina yéndose el millonario presupuesto que piden para las elecciones, es un sistema de transmisión de los resultados.

En estos tiempos de oscurantismo electoral, moral y ético, la clase política hondureña no puede seguir siendo suicida ni puede seguir conspirando contra la estabilidad democrática y social del país. Es el momento para que adecenten su conducta y minuta doctrinaria. Los hondureños se los exigimos!

Mira: 'Se giró una orden de asesinato en mi contra y tuve que salir del país', revela la doctora Ligia Ramos