Reza una premisa que ningún político o candidato a cargo de elección que se precie de ser limpio debe esconder lo que tiene y de dónde viene.

Que su carta de probidad y rendición de cuentas sean sus libros contables abiertos y sus fuentes de lucro o ingresos y las formas de financiamiento de sus mismas campañas pero en Honduras, como todos sabemos, esa premisa no ha sido ni por atisbo, moneda de curso corriente, y menos, el estilo de vida de los políticos de patio y aspirantes a cargos de elección popular, justo reflejo de un sistema institucional que preciándose de democrático, jamás quiso apostar a la fiscalización y la rendición de cuentas.

Esta semana mientras una organización de sociedad civil denominada Plataforma Juvenil por la Democracia lanzaba una iniciativa ciudadana 3 de 3, Cuentas Claras, Cuentas con mi Voto, exhortando a los candidatos a que precisamente rindan cuentas y abran a la fiscalización pública sus fuentes de financiamiento, apenas dos que tres de quienes corren por una candidatura para las primarias, accedieron a someterse a esa excitativa de escrutinio abierto.

Solo dos que tres que pareciera ser los únicos que han entendido que la legitimidad de las democracias obliga a los candidatos a rendir cuentas y a evidenciar su probidad de esa manera para optar al cargo para el cual se postulan.

¿Acaso es que le siguen temiendo a iniciativas que como ésta, en el fondo lo que demanda es que los candidatos se ejerciten en el derecho ciudadano de acceso a la información que debería y que tiene que ser pública?. ¿Cuál es el miedo!?

Estos ya no son tiempos en los que ni el manejo de los asuntos oficiales deben ser perversamente ocultados, como menos, el origen público y privado de los recursos que los candidatos tienen y usan para financiar sus campañas!.

Vea: Migrantes hondureños denuncian tráfico de influencias para obtener el pasaporte en consulados de Estados Unidos

De ahí que aplaudamos a los únicos 29 candidatos a cargos de elección, un aspirante presidencial, 25 candidatos a diputados y tres aspirantes a ser alcaldes, que no le han tenido miedo a este ejercicio de fiscalización y hasta de necesaria sujeción a esa urgencia que como sociedad tenemos de combatir el financiamiento y el gasto sospechosamente ilegal de campañas proselitistas y evitar así que aquí siga impunemente fluyendo el dinero sucio, oscuro o injustificado!.

En tiempos en los que la clase política está tan desprestigiada, casi riñendo con el desahucio social, estas iniciativas, que son también de participación ciudadana, deberían ser oportunidades imperdibles, decimos nosotros, para que los candidatos pongan a prueba la probidad de la que alardean en sus mensajes y estribillos proselitistas!.


¡Cerrarle la llave al dinero sucio o mal habido garantiza la limpieza de los comicios, y es lo menos que hay que exigirle a los candidatos y a los partidos políticos!. ¡Llegó la hora de obligarlos a rendir cuentas y a que nos abran sus libros contables!.

Reforzar los controles al financiamiento privado y público al tiempo que estaremos además asegurando el cumplimiento de las leyes.

De lo que se trata, también, es que por fin la hondureñidad, como esta Plataforma Juvenil por la Democracia, promueva con denuedo ciudadano un nuevo despertar, y que comience a exigir a los candidatos y políticos compromisos y comportamientos coherentes a los intereses de la gente que los elige, ya que esa indiferencia y negligencia ciudadana han contribuido a profundizar la crisis política, moral y social en la que está sumida esta democracia participativa nuestra.

Lea: Kilvett Bertrand: 'Rixi Moncada piensa que el CNE es el patio de su casa'