Pensando en que el bien común es una obligación que nos atañe a todos, ojalá que hoy, nuestra clase política, responsable de la atomización y polarización en la que hoy está sumida la sociedad hondureña, enarbole su obligación y haga valer el derecho al bien común que los ciudadanos de Honduras tienen, y que no es más que vivir en paz, aspirando a un bienestar económico, a mejores condiciones de vida.

Este puede ser el momento que a los políticos hondureños se les presenta, para deponer sus ambiciones y comprometerse con el bien común, en lugar de seguir satisfaciendo sus intereses particulares y partidistas, que han derivado en esta confrontación extrema y en esta división que le ha pasado una carísima factura a las familias hondureñas.

Escoger hoy y ya de una vez por todas, a los jueces que integrarán el máximo tribunal de justicia será un ejercicio de compromiso con el bien común, pero además con la certidumbre y la tranquilidad que se merecen los hondureños, urgidos también de un clima sosegado que rompa esa crispación que nos ha robado la paz y la unidad.

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¿No estarían los políticos dispuestos y comprometidos a deponer, aunque sea por esta vez, la retórica de su discurso revestido de populismo histriónico, y cumplirle a la gente con la elección, este mismo día y por fin, de los 15 magistrados de la Corte Suprema de Justicia?. Si de todas maneras no se dice que ya todo está negociado pues!.

¿Qué necesidad habría de seguir generando esta incertidumbre y crispación, que solo desconfianza y desencanto hacia los mismos políticos y partidos genera?.

La escogencia de los 15 supremos togados este día, sin más dilataciones y componendas, sería además un oportuno mensaje que la clase política mandaría en el compromiso aquel que retóricamente dicen tener con el sostenimiento de la democracia.

Lo que hoy deba pasar en el Congreso Nacional es una oportunidad de oro para la clase política. Una oportunidad para revertir el desencanto y la desconfianza de la ciudadanía y el retorno del país a un escenario de sosiego y certidumbre.

Una oportunidad para volver a levantar los valores caídos sobre los que descansa la democracia y el estado de derecho.

Una oportunidad para que los políticos renueven su compromiso con el bien común público en lugar de seguir satisfaciendo sus intereses personales y partidistas. Nunca como hoy las condiciones se prestan para que los políticos salgan esta vez en "caballo blanco".

Cambiar su conducta y comportamiento depende de su voluntad, de su disposición a comprometerse con algo más que las ansias de poder y de la misma retención del poder para su propio pecunio.

Es la hora de anteponer los intereses y la consecución de solo sus beneficios. Pensar en el bien común como el más sagrado de los compromisos con la gente que dicen ser su razón de ser y existir.

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