El estrecho terreno de competitividad que ofrece Honduras, el opresivo sistema de tributario, los elevados costos de producción y los enredados trámites administrativos, son los elementos que contribuyen a ahuyentar la inversión extranjera.

El impacto es mucho más severo en los actuales momentos de crisis, cuando la economía está deprimida y las expectativas no son satisfactorias en cuanto al crecimiento del Producto Interno Bruto.

Los efectos están dados. La llegada de capital foráneo ha caído en un tres por ciento en los primeros seis meses de este año. Esto significa que, hasta el segundo trimestre, la inversión directa se desplomó en 500 millones de dólares, según los estudios de Foro Social de la Deuda Externa (FOSDEH).

El flujo de recursos para hacer negocios en el país había retrocedido en 1.5 por ciento en el período enero-marzo, cuando todavía no estaba declarado el estado de emergencia a causa del covid-19.

El Banco Central consigna en sus estudios que en los primeros tres meses de 2020 la llegada de capital externo alcanzó 297 millones de dólares, una cantidad menor a la suma de 302 millones de dólares del mismo período de 2019.

Las autoridades de la entidad rectora de las políticas monetaria y cambiaria, explicaron que este declive obedeció a una menor producción de bienes y servicios y a las medidas de contención del nuevo virus.

La eventualidad epidemiológica ha traído consigo un golpe demoledor sobre la economía hondureña y ha tenido repercusiones graves en el campo de la inversión.

Al margen de la circunstancia excepcional por la que pasa Honduras, las iniciativas para arriesgar capital en Honduras se han venido abajo desde hace varios años, pese a los incentivos fiscales que ofrece el país.

Por causa de los beneficios otorgados a los emprendimientos externos, el fisco deja de percibir entre 35,000 y 40,000 millones de lempiras anuales, señalan los propios balances de la Secretaría de Finanzas.

Las expectativas para la inversión han empeorado particularmente desde 2019, cuando dicho indicador cayó en un 48 por ciento, bastante lejos de la meta de alrededor de 1,300 millones de dólares que se había fijado para ese año.

Los versados en la temática concluyen que las condiciones adversas que encara Honduras, obligan al país a construir una visión apoyada en un clima favorable para los negocios, políticas claras y acciones que permitan amortiguar los efectos de un Producto Interno Bruto en retroceso con los efectos de una economía postrada y mayor pobreza.