Durante la homilía dominical, el sacerdote Abraham Monjarás reflexionó sobre el poder transformador del perdón divino y la riqueza espiritual que brota del corazón cuando se reconoce el amor incondicional de Dios. “Entre más cercanos a Dios estamos, más necesidad de conversión tenemos. No solo basta estar en casa con Dios, sino que lo importante es saber quién es nuestro Padre”, enfatizó Monjarás, recordando que el verdadero sentido de la fe radica en comprender la naturaleza misericordiosa de Dios. Lecciones de la parábola del hijo pródigo Al profundizar sobre la parábola del hijo pródigo, explicó: “¿Quién de nosotros no ha pasado por un momento de rebeldía? Pero tarde o temprano, nos damos en las narices por tomar malas decisiones. Es fácil identificarnos con el hijo perdido o hijo pródigo”. La parábola, narrada en Lucas 15:11-32, cuenta la historia de un hombre que tenía dos hijos. El menor pidió su herencia y viajó a un país lejano, donde dilapidó sus bienes en una vida de excesos. Cuando quedó en la miseria y sintió hambre, reconoció su error y regresó a casa para pedir perdón, dispuesto a trabajar como jornalero. Al verlo regresar, su padre corrió a su encuentro, lo abrazó y lo perdonó, ordenando vestirlo con ropas nuevas, un anillo y sandalias, además de celebrar un banquete en su honor. Por su parte, el hijo mayor, indignado por el trato especial a su hermano, reclamó que nunca había recibido tal celebración pese a su obediencia. El padre respondió: “Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mío es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y alegrarse, porque este tu hermano estaba muerto y ha revivido; se había perdido y ha sido hallado.” Monjarás destacó dos actitudes a seguir: la de perdernos o la de reconciliarnos. Resaltó que Dios siempre nos espera con los brazos abiertos y celebra el regreso de quienes reconocen sus errores. “En la experiencia, nos damos cuenta de que entre más cercanos a Dios estamos, más necesidad de conversión tenemos. No basta con estar en casa con Dios; lo que importa es saber quién es nuestro Dios y Padre”, reiteró. Finalmente, recordó que la perfección de Dios se manifiesta en la misericordia y que la verdadera reconciliación con Dios se demuestra a través del amor y el perdón hacia los demás.