En las cuatro semanas transcurridas entre el último día de abril y el corte de mayo, el número de pacientes ingresados en salas de cuidados intensivos se ha cuadruplicado.

De acuerdo con los datos procesados por el Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (Sinager), a finales de abril habían sido llevados a esas unidades un total de 10 contagiados por el nuevo virus.

Pero al corte de mayo, la lista había aumentado a 40 enfermos en estado sumamente crítico, lo que quiere decir que, en un mes, el incremento fue de 300 por ciento.

Hay que recalcar que del 22 al 31 de mayo; es decir, en una semana, las salas de cuidados intensivos pasaron de una ocupación de 20 a una de 40 pacientes, una elevación del cien por ciento o, lo que es lo mismo, dicha tasa se duplicó.

El número de afectados por el nuevo virus que han tenido que ser llevados a tratamiento intensivo, se mantuvo entre el 17 y el 21 de mayo. A partir de esta fecha, el crecimiento ha sido constante.

Los médicos estiman que los pacientes que están muy delicados tienen una posibilidad de recuperación de 50 ó 60 por ciento. De ahí se pronostica que unos 20 contagiados por covid-19 podrían morir en los próximos días.

Los pacientes hospitalizados también han ido en ascenso. Siguiendo la misma línea de referencia de Sinager, se tiene que –al término de abril- 206 personas se encontraban en esa condición, pero hasta el último día de mayo, ya se contaban 550 internos a nivel nacional.

Se interpreta que el número de víctimas del nuevo virus que han requerido hospitalización por su comprometido estado de salud, ha crecido en más de 160 por ciento, de acuerdo con los mismos informes oficiales.

Con base en la evolución que ha mostrado la pandemia en nuestro país, los especialistas insisten en que las personas deben tomar consciencia de su responsabilidad de acudir a los establecimientos asistenciales en cuanto presenten los primeros síntomas.

Los datos estadísticos reflejan que la mayoría de la población afectada por la pandemia ha llegado en demanda de ayuda médica tardíamente y ello impacta en la capacidad de la red hospitalaria del país.

El cometido principal es evitar que los pacientes avancen hacia una fase grave o crítica y, al mismo tiempo, que los hospitales no se saturen ni lleguen al colapso.