Quienes llevan las riendas del país dicen tener en proceso el desmontaje de la narcodictadura para recuperar la esencia del poder popular y refundar Honduras.

Por otro lado, los segmentos opuestos al Gobierno del Poder Popular, algunos de ellos agrupados en la Coalición Ciudadana, afirman que el Partido Libertad y Refundación (LIBRE), nos conducen hacia la destrucción de la democracia para llevar adelante su proyecto de implantar una gestión autocrática.

Dirigentes empresariales reprochan que la administración Castro-Zelaya no haya atendido hasta ahora el planteamiento de llamar a un gran diálogo para colocar sobre la mesa los problemas de pobreza, desempleo, derrumbe de la inversión y paralización económica, sino una agenda ideológica.

¿Está Honduras rumbo a la extinción de su democracia, de la seguridad jurídica y de la libre iniciativa, para dar paso a un modelo populista, acorde con los dictados de la izquierda internacional?

Ésta es la advertencia textual que han hecho un sector de exjerarcas castrenses, a quienes el jefe del Estado Mayor Conjunto de Las Fuerzas Armadas, José Jorge Fortín, les ha llamado por su nombre y apellido y les ha dicho: “no más Golpes de Estado”, en un discurso pronunciado el viernes.

Todos estos referentes de opinión pública sostienen que Honduras está en riesgo de caer en el mismo modelo de países como Venezuela. Con esta línea de pensamiento concuerdan el reconocido abogado de ese país sudamericano, Álvaro Albornoz, y el exalcalde de Caracas, Antonio Ledezma, quienes han llamado la atención de los hondureños respecto a la supuesta intención del Gobierno de Libre de mantener el caos, destruir las instituciones y acabar con la democracia.

El destacado analista venezolano, Orlando Urdaneta, igualmente adelantó hace más de una década lo que iba a ocurrir en su país: un salario mínimo de cuatro dólares, siete millones que han huido de la pobreza y de la miseria, la intervención del Consejo Nacional Electoral, la politización de Las Fuerzas Armadas y la manipulación de la justicia, a través de la destitución de jueces y fiscales.

¿Podemos los hondureños vernos en el espejo, no sólo de Venezuela, sino en el de Nicaragua y Cuba, tildados como regímenes comunistas? Lo concreto es que nuestro país enfrente un clima de mucha conflictividad.

En lugar de avivar la confrontación, aguijonear a la oposición y alimentar la venganza, debemos encauzar al país hacia el diálogo, la reconciliación y el fortalecimiento de la democracia y del Estado de Derecho.

No podemos seguir debatiéndonos entre el estancamiento económico, la desigualdad social, la debilidad de los liderazgos políticos, la polarización; además, con una democracia amenazada por rumores de Golpe de Estado.

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