Seguimos siendo una sociedad terriblemente desigual. Terminamos 2022 con un sentimiento de frustración por la falta de entendimiento para construir el desarrollo de Honduras sobre la base de la paz y de la justicia.

Iniciamos 2023 con la expectativa de que en los círculos del poder y entre los mismos sectores gobernados, lleguemos a acuerdos que nos permitan superar nuestras ruinas.

Honduras tiene por delante muchos retos. Para enfrentar las barreras, los líderes políticos deben rendir cuentas de sus actuaciones y tomar decisiones históricas que se traduzcan en bienestar general.

Dos mil veintitrés debe ser el año en que se establezcan las condiciones más apropiadas para reactivar la economía y mantener la disciplina fiscal, aliviar la pobreza, generar empleo fortalecer el aparato productivo y combatir la impunidad.

No podemos olvidar que hemos iniciado este año bajo la amenaza de la pandemia del covid que arrecia y que podría tener serias derivaciones. También estamos bajo el acecho de una convulsión económica mundial que se ha proyectado nos golpeará duro.

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Nuestra institucionalidad también está en juego. Este mes se producirá la elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, un proceso que se pinta como uno de podría traer consigo una profunda crisis política.

El compromiso para la llegada e instalación de la Comisión Internacional contra la Corrupción y la Impunidad (CICIH), es una de las promesas que quedaron pendientes en 2022 y que esperamos que se materialice en el inmediato plazo.

Para cimentar un destino promisorio, a pesar de todas las adversidades, los hondureños debemos de mostrar una voluntad sincera y una determinación férrea y un compromiso inquebrantable.

Las dificultades de orden económico, social y político que se interponen en nuestro camino y que son de gran dimensión, requieren de soluciones consensuadas, no de remiendos políticos, ni de dádivas populistas; tampoco de falsos remedios.

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Hay que reconocer que en situaciones de emergencia como las que nos ha tocado vivir en distintos momentos de nuestra historia, en Honduras no hemos hecho nada por encontrarle una salida a cada uno de los males que nos han agobiado. Y en la presente circunstancia, tampoco se hacen los esfuerzos que apremian.

Hemos perdido la oportunidad de articular una visión de país y un proyecto de nación. Ese gran propósito pasa por un pacto político, económico y social.

Porque en nuestra Honduras deben prevalecer la justicia, la dignidad y la igualdad. Encontremos juntos, gobernantes y pueblo, el camino hacia el bienestar general.

Meditemos sobre nuestro presente y futuro; interpretemos nuestra realidad para encontrar las respuestas salomónicas a nuestros crónicos y nuevos padecimientos en una "era de crisis sin precedentes". ¡Que así lo entienda la clase política!

¡Enfrentemos la adversidad con decisión, voluntad y compromiso en 2023!

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