La capital de Honduras es el territorio donde es más peligrosa la convivencia de las mujeres. La vida de las féminas es más riesgosa por la especial incidencia criminal.

Así lo reflejan los datos estadísticos procesados por el Observatorio de la Violencia de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (OV-UNAH), según los cuales, el Distrito Central está entre las diez ciudades que acumulan el número mayor de feminicidios.

Le siguen, en su orden, San Pedro Sula, Choloma, Catacamas, La Ceiba, El Progreso, Comayagua, Gracias (Lempira), Villanueva y Tocoa, según el estudio.

Los expertos han hecho hincapié en que siete de cada diez crímenes en perjuicio de miembros del sexo femenino son cometidos con armas de fuego.

El fenómeno de los feminicidios se ha recrudecido en 2021, pero es una manifestación de descomposición social que no ha sido evaluada en sus causas ni ha sido intervenido por las dependencias estatales que defienden los derechos de las mujeres.

La muerte de la licenciada en enfermería en formación, Keyla Martínez, ha vuelto a poner sobre la mesa el enorme problema que representan los feminicidios.

Keyla Martínez falleció horas después de ser detenida en una posta policial en La Esperanza, Intibucá, a causa de una asfixia mecánica. (Foto: Redes sociales)

Caso Keyla Martínez, de magnitudes de crimen contra Riccy Mabel Martínez

Igualmente, deja en evidencia que los carteles de la Policía Nacional que se pensaba eran cosa del pasado, pueden estar de nuevo en brote porque el proceso de depuración y de transformación de la institución no fue concluido.

El expediente de Martínez ha cobrado fuerza y connotación doméstica e internacional, por el involucramiento de miembros de la institución del orden público y las redes tejidas alrededor de este expediente.

Tal vez No llegue a ser conocida la verdad como ocurrió con caso de la normalista Riccy Mabel Martínez, a inicios de los años 90, en el que tomaron participación elementos de las Fuerzas Armadas (FFAA).

En esa cadena de sucesos envueltos en misterio, una especie de conspiración, alteración de la escena del crimen y manipulación de informes forenses, se incluye el capítulo de la ex agente de Investigación Criminal (ATIC), Sherill Hernández.

Caso que se dio por cerrado con el informe de la Fiscalía que concluyó que su deceso fue un suicidio, pero que la ex titular de Medicina Forense, Julissa Villanueva, desmintió y lo relacionó con un asesinato.

Se trata de algunos de los tantos casos que se quedaron empantanados en la impunidad.

Los crímenes contra las mujeres son la manifestación de una sociedad descompuesta, de una falta de diligencia de las instituciones de investigación y de las organizaciones encargadas de defender los derechos de las mujeres.

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