Lo que está "matando a los hondureños es el tsunami de la corrupción, la impunidad y la indiferencia". Son "olas que se levantan por culpa de aquéllos a quienes no les importa la vida ajena".

Esa sentencia la han plasmado reconocidos y reputados líderes de la Iglesia Católica cuando han hecho una revisión de cómo ha evolucionado la pandemia, los daños colaterales causados y las respuestas ofrecidas por el gobierno.

La mancha de la corrupción parece estar presente en todas las fases de la presente urgencia epidemiológica. Se trata de una mezcla de ineficiencia, impunidad, avaricia, tráfico de influencias e improvisación en el abordaje de la crítica situación.

Cuando Honduras atraviesa por la fase, quizás más complicada de la peste, lo que se impone es el desorden, la inacción y una sed insaciable de hacer negocios para provecho de grupos pequeños que establecen alianzas malévolas.

De los siete hospitales móviles contratados por la suma estratosférica de 48 millones de dólares, alrededor de 1,200 millones de lempiras, solamente dos están en operación, uno en San Pedro Sula y otro en Tegucigalpa.

Los personeros del Foro Nacional de Convergencia, dirigentes de los industriales y de órganos independientes de la sociedad civil no vacilan en afirmar que los hospitales móviles son un capítulo de "extrema irresponsabilidad y de inexplicable estafa".

Te podría interesar: En un día, Honduras reporta 1,118 nuevos casos de covid, 26 muertos y 86 recuperados

La impunidad sobresale. Ninguno de los culpables está pagando poro su delito, a excepción porque algunos funcionarios de Inversiones Estratégicas han sido llevados a declarar en respuesta a tibios requerimientos fiscales formados en su contra.

Las líneas de investigación que han sido abiertas por el Ministerio Público todavía no dan resultados firmes ni ejemplarizantes. Han sido más escándalo, a juzgar por lo que han apuntado sectores críticos.

Otro renglón torcido: Varias alcaldías han denunciado que las brigadas médicas que han sido desplazadas en los sectores más impactados por la pandemia han sido politizadas y, encima, están a punto de ser clausuradas porque no han sido desembolsado los recursos para el pago del personal de salud.

Tampoco se ha ampliado la contratación de más personal para los hospitales, saturados y colapsados por el desmedido aumento en el número de casos y de víctimas mortales.

Para no variar, los centros de triaje no han sido fortalecidos, pese a los llamados continuos de todos los sectores para que se dé un paso adelante en cuanto a la atención primaria.

Finalmente, hay que anotar la dejadez que se ha evidenciado por parte de las autoridades para la compra de las vacunas, de tal manera que la población tenga garantía de recibir de manera incluyente y amplia la dosis de inmunización frente al covid.