La condición de salud mental de una parte significativa de la población se ha deteriorado de manera progresiva desde que se implantó la peste de covid-19 en Honduras, según expertos.

Los trastornos en el estado mental de los hondureños han ido en avanzada, de tal manera que se han convertido en otra pandemia sobre la cual los especialistas han llamado a darle una atención pronta e integral.

Los profesionales de las ciencias médicas tienen opiniones semejantes en cuanto a que son varios factores los que afectan a los hondureños, entre los que figuran el temor que trajo consigo la plaga y el posterior confinamiento declarado para evitar los contagios por el nuevo virus.

Luego aparecen otros elementos que se desprenden de la emergencia sin precedentes que ha tenido que encarar el país como el cierre de las empresas, las industrias y los pequeños emprendimientos que, a su vez, generó la pérdida de empleos.

En cadena han venido mayores males como la degradación de la condición social de la mayoría de la población y que se ha manifestado en el incremento de la pobreza y la falta de acceso de los sectores necesitados a los servicios de salud.

Todas estas circunstancias se han acumulado y provocado angustia, incertidumbre, sentimiento de soledad y la percepción de que no hay esperanza en un país fuertemente impactado por el covid.

La peor parte se la ha llevado el 60 por ciento de la población que se encuentra en pobreza. Para las personas en esta condición, la peste vino a ensombrecer más sus perspectivas y creado mayores dificultades para sobrevivir.

Investigadores y científicos han resaltado que una gran parte de la población hondureña está en más riesgo de sufrir los efectos de la pandemia, ya que el 25 por ciento de los mayores de 18 años han padecido o tienen episodios de depresión, estrés y otros trastornos en sus diversos grados.

Con frecuencia, este tipo de anormalidades tienden a empeorar en una realidad como la creada por la pandemia y llevar al suicidio como ciertamente sucede en la actualidad.

Antes de la pandemia, en Honduras se consumaba un suicidio diariamente; no obstante, esas estadísticas se han elevado en tiempos de crisis.

Más personas están optando por terminar con su existencia, en una desesperada búsqueda de soluciones a lo que ellos perciben como un “callejón sin salida”, pues se encuentran sin trabajo, sin dinero y agobiados por las deudas, por enfermedades o turbados por el miedo a ser contagiados por el nuevo virus.

Los analistas recomiendan el desarrollo de investigaciones y la ejecución de programas de apoyo psicológico para salir al paso de una pandemia que se extiende peligrosamente: Las alteraciones graves en la salud mental de los hondureños que abarca un estado de completo bienestar físico, mental y social.

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