Entramos este día en una nueva fase de la crisis generada por la pandemia del Covid-19: La reactivación inteligente de la economía que tomará varias semanas en ser completada.

Es un proceso dilatado de “ensayo y error” que debe estar acompañado de evaluaciones de los resultados y de un análisis de las debilidades y de las fortalezas con que hemos encarado la contingencia.

Sobre el regreso progresivo a nuestra “nueva normalidad” se han hecho gravitar muchos criterios encontrados. Algunos sectores son del criterio que no era el momento de restablecer la actividad en rubros que se consideran ejes de la vida económica del país; otros grupos ligados con la empresa privada sostienen que el país no podía permanecer más tiempo en la postración.

Estamos de vuelta a una “regularidad condicionada”. En medio de esta ruta, seguimos bajo el ataque del nuevo virus que ha causado más de dos centenares de muertos y una cifra por encima de los 6,000 contagiados.

No podemos negar que el restablecimiento de las actividades renueva las esperanzas, puesto que provee oxígeno al aparato económico, vuelve a la vida a un porcentaje de empleos perdidos por la crisis y restaura las fuentes de ingresos para las familias que han sufrido las consecuencias del encierro obligado.

Pero hay que admitir que ahora que se abren las puertas de la economía, todos los hondureño estamos convidados a actuar con mayor responsabilidad y a tomar conciencia que no podemos salir en el tumulto. ¡Toda una temeridad en las horas altas del covid”.

El virus del covid llegó para quedarse, lo que nos obliga a acomodarnos a nuevos códigos de convivencia con el patógeno. Nada volverá a ser igual y, en la fase epidemiológica en la que nos encontramos, no podemos aflojar las medidas de bioseguridad.

Si relajamos las acciones restrictivas para detener la propagación del nuevo virus, la pandemia avanzará en sus efectos devoradores, los muertos los contaremos por miles, todo el sistema sanitario estará hecho pedazos; en fin, una catástrofe sin par como ya lo han advertido los especialistas.

El regreso a la nueva normalidad trae consigo un reto gigantesco de cómo hacerle la guerra a la pandemia; salvar la vida de los contagiados, a pesar de nuestro falleciente sistema de salud; y –al mismo tiempo- devolverle los signos vitales a la economía.

Está a prueba la madurez de la población para encarar esta etapa post-confinamiento y la competencia del Gobierno para enmendar los errores cometidos hasta ahora: Descoordinación, lentitud en la toma de decisiones, diferencias casi irreconciliables entre algunos protagonistas de la emergencia, esfuerzos duplicados de las dependencias estatales y otras falencias que no han podido ser superadas.

La solidaridad, el humanismo, la conciencia de parte de todos los hondureños, así como la ejecución de una estrategia de salud más agresiva e integral, acompañada de una iniciativa de atención a los grupos sociales más vulnerables, son los componentes de la fórmula que calza en este nuevo capítulo de la cruzada contra la actual plaga.