Este amplio atractivo internacional ha generado preocupación sobre la durabilidad de la democracia liberal en la región. ¿Los latinoamericanos fuera de El Salvador anhelan su propia versión de Bukele?

El estudio Latinobarómetro, realizado por primera vez en 1995, es una de las principales fuentes de datos de la región sobre la opinión pública de los latinoamericanos.

La encuesta de este año, la primera desde 2020, se publicó el 20 de julio. Tal vez el resultado más alentador sea que el apoyo a los dictadores directos sigue siendo escaso.

Los dos líderes menos populares en la encuesta fueron Nicolás Maduro, de Venezuela, y Daniel Ortega, de Nicaragua, quienes han vetado a oponentes políticos y han mantenido el poder por la fuerza durante más de una década.

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Y tan solo el 17 por ciento de los 19,000 encuestados estuvo de acuerdo con la afirmación de que “un gobierno autoritario puede ser a veces preferible a uno democrático”, una tasa dentro del rango histórico del 12 al 19 por ciento.

Sin embargo, estas preguntas revelan poco sobre los autócratas elegidos como Bukele, quienes mantienen las formas de una democracia mientras vacían su sustancia.

Y, aunque esta característica escurridiza dificulta el cálculo de su potencial político mediante encuestas, el patrón general de los nuevos datos es que la región se está convirtiendo en un territorio cada vez más fértil para este tipo de figuras.

Dos preguntas de la encuesta se referían a las políticas que implementan a menudo los líderes poco liberales.

Aunque el 61 por ciento de los encuestados estuvo en desacuerdo con la afirmación de que, "en caso de dificultades, es bueno que el presidente controle los medios de comunicación", el 36 por ciento que estuvo de acuerdo marcó un máximo histórico.

En 2010, tan solo el 26 por ciento de los participantes respondió así. En cuanto a la pregunta de si un "gobierno de mano de hierro" —término que suele referirse a políticas de seguridad de mano dura que producen violaciones a los derechos humanos, como la estrategia de encarcelamiento masivo de Bukele— puede "resolver nuestros problemas", los liberales fueron mayoría por un margen aún menor.

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Tan solo el 51 por ciento estuvo de acuerdo con la afirmación de que un gobierno así no podría resolver los problemas, mientras que el 46 por ciento estuvo en desacuerdo.

Otro conjunto de preguntas hipotéticas sugirió que los bajos índices de aprobación de Maduro y Ortega podrían tener más que ver con su débil desempeño en áreas como la economía y la seguridad pública que con su subversión de la democracia.

La fracción de los encuestados que están de acuerdo con la afirmación "No me importaría que un gobierno no democrático tomara el poder, siempre y cuando resuelva los problemas" ha aumentado de manera constante durante los últimos 20 años, del 45 por ciento en 2003 al 51 por ciento en 2020.

Este año, alcanzó un nuevo máximo del 54 por ciento. Otro récord sombrío fue el 35 por ciento de los participantes que estuvieron de acuerdo en que "Yo apoyaría que un gobierno militar sustituyera a uno democrático si las cosas se pusieran difíciles". El máximo anterior, en 2020, fue del 31 por ciento.

Estos promedios regionales ocultan variaciones entre países. En Argentina, Chile y Uruguay, todos ellos en la región austral de Sudamérica, se encuentre el mayor apoyo a la democracia y la mayor oposición al autoritarismo.

En cambio, Honduras y Guatemala, vecinos centroamericanos de El Salvador, tienen las cifras más bajas. En un tema relacionado, en Ecuador, Guatemala y Paraguay, una mayoría absoluta de los encuestados respondió que podría apoyar un gobierno militar.

Estos tres países también están entre los cinco donde los participantes creen que es más probable que se produzca un golpe de Estado en los próximos años, junto con Venezuela, que ya está bajo una dictadura, y Honduras.

Tal vez el hallazgo más preocupante de la encuesta sea el desglose por edades de las opiniones sobre la democracia.

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Los latinoamericanos más jóvenes, quienes no recuerdan las dictaduras militares asesinas de la década de 1970, son los que menos de acuerdo están en que "la democracia es preferible a cualquier otra forma de gobierno", mientras que el apoyo es más firme entre los mayores.

Incluso al comparar a personas del mismo sexo y nivel educativo en el mismo país, la porción de los encuestados comprometidos con la democracia es alrededor de unos 16 puntos porcentuales menor entre la gente de 20 años que entre la de 75 años.

A menos que los jóvenes de hoy cambien de opinión conforme envejezcan, el apoyo promedio a la democracia seguirá disminuyendo a medida que mueran las generaciones mayores.

Si los líderes liberales que quedan en América Latina no consiguen mejorar la vida de sus ciudadanos, es probable que el retroceso democrático haga metástasis y se convierta en una sombría tendencia regional.

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c.2023 Economist Newspaper Ltd, Londres 21 de julio, 2023. Todos los derechos reservados. Reimpreso con permiso.

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