Anahí, oriunda de Venezuela, se dedica a la venta de pastelitos en la calle por 20 bolívares.
Explicó que se ve obligada a trabajar en la calle ya que sus ingresos no son suficientes para cubrir los gastos de sus estudios ni para adquirir ropa y calzado.
En un momento de sinceridad, Anahí compartió con lágrimas en los ojos cómo sus amigas expresan que les avergüenza estar con ella debido a su empleo en la calle. Sin embargo, para mitigar su propio sufrimiento, afirmó que no le importa lo que piensen sus amigas.
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“Mis amigas dicen que les da pena andar conmigo porque yo trabajo en la calle”, contó a joven con lágrimas en sus ojos.
Cuando se le preguntó qué le gustaría recibir como regalo, Anahí mencionó la necesidad de ropa y zapatos, y expresó el deseo de contar con un teléfono celular.
Aunque la joven admitió sentir tristeza por su situación actual, también señaló con determinación que saldrá adelante a pesar de las adversidades que enfrenta.
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