Emilio Caal de 65 años de edad, es uno de los tantos guatemaltecos que quedaron vulnerables por el paso del huracán Eta por el país. El hombre originario de la aldea indígena Quejá, en el departamento de Alta Verapaz, aseguró haber perdido a cerca de 40 de sus familiares tras un derrumbe de un alúd de tierra que soterró a más de 150 viviendas.

Caal, quien fue rescatado en un helicóptero por cuerpos de socorro guatemaltecos, sufrió una dislocación en el hombro cuando el deslizamiento de tierra envió rocas sobre la casa donde estaba a punto de sentarse a almorzar con su esposa y sus nietos, según contó.

"Mi esposa está muerta, mis nietos están muertos", se lamentó desde un hospital y aseguró haber perdido a cerca de 40 de sus familiares, pues desde la tragedia no ha vuelto a saber nada de ellos, según relató a Telemundo.

El guatemalteco contó que fue desplazado varios pies por la fuerza del deslizamiento, y que ninguno del resto de sus familiares pudo salir, mientras él quedó soterrado en medio de arboles, rocas y tierra.

Al principio, se calculaba que unas 150 personas habían fallecido por el derrumbe, pero hasta el momento los cuerpos de socorro sólo han recuperado 30 cadáveres y al menos 110 continúan desaparecidos.

Bajo este escombro de rocas y piedras quedaron unas 150 personas soterradas.

Los equipos de búsqueda comenzaron a sacar los primeros cuerpos que quedaron bajo el lodo tras un deslizamiento de tierra en San Cristóbal Verapa, pero debido a la gran cantidad de tierra, el proceso ha sido lento.

En la aldea más afectada, Quejá que cuenta con al menos 1,200 habitantes, al menos cinco cuerpos ya han sido extraídos de los escombros, mientras que las demás personas continúan bajo tierra.

El impacto de Eta no solamente se sintió en Guatemala, sino también en Honduras y Nicaragua, que fueron aún más afectados cuando el huracán alcanzó la categoría 4.

En Honduras ya se han reportado al menos 63 víctimas mortales, y unas 60 mil personas fueron evacuadas tras que sus viviendas quedaran bajo el agua, la mayoría de ellas en el Valle de Sula, al norte del país.

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