A pesar de todas sus iniciativas, el número de migrantes que cruzan la frontera ha aumentado de manera evidente en su gobierno. Los republicanos culpan al presidente, con el argumento de que abrió las fronteras.

Un informe reciente de la Comisión Judicial de la Cámara de Representantes muestra que, de los cinco millones de personas que fueron detenidas en la frontera suroeste durante el mandato de Biden hasta el 31 de marzo de este año, el 49 por ciento no tenía fecha de salida confirmada y el 51 por ciento ya había sido deportada.

El informe de la comisión a cargo de los republicanos no compara estos resultados con lo sucedido durante los dos últimos años de la presidencia de Donald Trump. Pero el Departamento de Seguridad Nacional publicó esas estadísticas, y nosotros en el Instituto Catón hicimos la comparación.

En los dos años anteriores a que Biden asumiera el cargo, el gobierno de Trump liberó a casi 713.000 inmigrantes, o poco más del 52 por ciento de los 1,4 millones de personas que cruzaron la frontera.

En otras palabras, las políticas de Trump dieron lugar a muchas menos expulsiones en términos absolutos y a un porcentaje ligeramente superior de personas que cruzaron la frontera y luego fueron liberadas que durante la administración de Biden.

Los datos ponen de relieve hasta qué punto es una distracción atribuir todas las tendencias migratorias al Poder Ejecutivo. ¿Qué sentido tiene desarrollar una comprensión matizada de la situación cuando se cree que todo lo que se necesita es que una nueva persona en el Despacho Oval les diga: "¡Alto!" a las masas hacinadas que anhelan respirar en libertad?

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¿La tasa de expulsión del 51 por ciento es elevada? Bueno, es casi tan alta como la tasa de arrestos por homicidio en todo el país y mucho más alta que las tasas de arrestos por cualquier otro tipo de delito y, a diferencia de esos delitos, el acto de inmigrar ilegalmente no perjudica a nadie en sí mismo.

Incluso antes de Trump, el gobierno federal gastaba más en hacer cumplir la política migratoria que en cualquier otro conjunto de leyes.

La respuesta de los detractores del presidente es que no se trata de recursos, sino de los esfuerzos de Biden. Pero la investigación republicana pone de relieve que el presidente ha mantenido muchas de las ideas políticas más extremas de su predecesor.

Y para muestra, un botón: Biden aplicó los cambios más sutiles a la “prohibición de asilo” de Trump y la reinstituyó. Contrario al lenguaje llano de la ley de asilo, ahora se considera que los inmigrantes no tienen derecho a solicitar asilo si cruzan la frontera de manera ilegal.

Biden también tomó el plan de Trump de 'Quédate en México' y lo convirtió en 'deportar a México'. Con Trump, algunos solicitantes de asilo debían esperar en las ciudades más peligrosas de México hasta que se celebrara su audiencia al norte de la frontera.

Con Biden, se está deportando sin posibilidad de asilo y de manera permanente a México a algunos solicitantes, incluso si no son mexicanos.

Eso no es todo. Biden duplicó el número de inmigrantes detenidos en centros de detención del Servicio de Inmigración y Control de Aduanas a la espera de ser expulsados y negoció acuerdos para reabrir las deportaciones a Venezuela y Cuba. Además, ha deportado a más personas a Haití en menos de tres años que Trump en cuatro años.

El mismo gobierno de Biden ha declarado que todos estos países son demasiado inseguros y represivos en lo político como para esperar que la gente viva ahí.

El mito de las fronteras abiertas no morirá a pesar de que, en cada día de su gobierno, Biden ha impuesto restricciones a la solicitud de asilo que van mucho más allá de lo que exige la ley. ¿Qué debería hacer ahora? ¿Enviar a su vicepresidenta a países extranjeros para decirle una y otra vez a la gente: “No vengan, no vengan”? Ah, pues, también lo hizo. Ahora, incluso está construyendo el muro de Trump.

Sin importar cuán crueles o restrictivas sean las políticas de Biden, nunca serán suficientes para apaciguar a sus críticos. Y tampoco están funcionando. Puede seguir haciendo todo lo que hizo Trump y más, y aun así seguirá siendo considerado "el presidente de las fronteras abiertas".

Así que, ¿para qué intentarlo? Mejor, debería apostar su legado a algo diferente: legalizar la inmigración. Que vengan más inmigrantes de forma humana y legal.

Estados Unidos necesita inmigrantes con desesperación. El crecimiento demográfico es el más bajo que se ha visto en la historia estadounidense. En los últimos dos años, ha habido un promedio de casi 10 millones de puestos de trabajo vacantes. Nuestra proporción de trabajadores activos a jubilados sigue en descenso. Necesitamos más trabajadores, contribuyentes y colaboradores.

El presidente debería apoyar, no frenar, la inmigración, y eso significa crear vías de acceso viables para que la gente entre legalmente al país. Esto reduciría de manera drástica la inmigración ilegal y resolvería muchos problemas relacionados.

Los detractores de Biden quizá le llamen a esto fronteras abiertas. Pero le dicen así a todo.

Este artículo apareció originalmente en The New York Times.

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c.2023 The New York Times Company

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