Los niños de familias de escasos recursos son los más afectados por el confinamiento educativo impuesto en el país a causa de la emergencia sanitaria.

Los versados en temas educativos proyectan que los menores que están en dichas condiciones tienen cinco veces menos posibilidades de volver a insertarse en el sistema.

Si esta referencia es trasladada a puros datos se tiene que por lo menos un millón o un millón y medio de niños y de jóvenes tendrán más obstáculos para regresar a su proceso de aprendizaje.

Los análisis elaborados por académicos destacan que unos 500,000 estudiantes se descontaron por completo del esquema de clases remotas por la falta de recursos para adquirir los dispositivos necesarios para tener acceso a los contenidos curriculares.

Otro medio millón de alumnos ingresaron en la plataforma de enseñanza virtual de manera parcial e inconstante, en la medida de las posibilidades de su familia para financiar su conexión a la Internet.

Rastrear dónde se encuentran estos alumnos marginados, garantizar su acceso a la educación y evaluar en qué nivel de competencias y conocimientos se encuentran, son los fines capitales por ser alcanzados en 2022.

Si no se reanudan las clases presenciales, Honduras va a ingresar en una profunda parálisis. Las escuelas y colegios no pueden seguir cerradas por tercer año consecutivo.

Estos conceptos han sido expresados por estudiosos de la problemática educativa, en cuya opinión todos los sectores deben unirse en una cruzada para recuperar el aparato de enseñanza-aprendizaje en su cobertura, equidad, pertinencia y calidad.

Todo esto pasa por motivar a los niños y a los docentes a emprender su regreso a las aulas de clase, rehabilitar la infraestructura escolar e incrementar la inversión en la enseñanza-aprendizaje para que la pobreza no sea un factor que determine el derecho a la educación en Honduras.

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