Una de las demandas más enérgicas de los médicos, profesionales de la enfermería, técnicos y otros trabajadores de la salud, igual como de integrantes de organismos que están más expuestos en la presente epidemia, ha sido la dotación de equipo de bioseguridad e insumos de protección.

Luego se unieron a este reclamo los empleados organizados que se desempeñan en labores de riesgo. Progresivamente esta situación ha sido atendida y, conforme hemos ingresado a una fase avanzada de la moderna plaga, el orden del día es establecer entre la población el uso obligatorio y permanente de mascarillas y de guantes.

Sabemos que todo un aparato ha sido montado para la provisión de esos insumos, cuya utilización se consideraba innecesaria, respecto a otras prácticas de higiene como el lavado constante de manos con agua y jabón y la aplicación de alcohol en gel.

Al mismo tiempo, hemos evolucionado hacia un ciclo vital que requiere de la adquisición de equipo especial, como es el caso de los respiradores mecánicos, y la aplicación masiva de pruebas rápidas de diagnóstico de covid-19, un tema en el cual otros países del área ya habían avanzado.

Esta misma semana, nuestro país ha recibido una donación de 26 mil pruebas de parte de Banco Centroamericano de Integración Económica y, en el breve plazo, llegará otra importante adquisición de 250 mil test que el Gobierno ha gestionado con Corea de Sur para acelerar la detección de nuevos casos.

Con motivo de la contingencia sanitaria que nos sacude, estamos ante una coordinación de acciones urgentes del aparato estatal, una entrelazada aportación de los expertos en diversas disciplinas y una movilización de voluntades de organismos sociales.

En estos momentos de desasosiego, también se ha derramado una manifestación de solidaridad de parte de sectores que tienen una relevante participación en nuestra vida nacional.

En este aspecto singular, mencionamos a los empresarios nacionales que contribuyen grandemente a hacerle frente a la crisis desde sus diversas trincheras.

Es encomiable, asimismo, la labor de reconocidos científicos hondureños que gestionan en el exterior ayuda para Honduras. Y cómo olvidar el esfuerzo de los inversionistas de América Latina que en fecha reciente efectuaron una donación de equipo médico esencial para el tratamiento de pacientes en estado crítico.

Nunca estaremos suficientemente apertrechados para batallar contra el nuevo virus, el asesino silencioso e invisible que tiene en tormento al mundo entero.

Pero Sí podemos disminuir su impacto y reducir los daños colaterales, toda vez que actuemos con congruencia y sobre una estrategia basada en medidas de contención y en prácticas elementales de protección y de prevención.

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