Un millón 700,000 estudiantes tienen problemas de conectividad y están amenazados a convertirse en la generación perdida. La disyuntiva es regresar a clases presenciales o dejar en el olvido a los niños y jóvenes que están excluidos del sistema.
Finalmente está diseñada una propuesta para que los alumnos y los docentes regresen a clases presenciales en 30 municipios donde se cumplen ciertos requisitos.
Los términos donde las clases volverán a su esquema presencial, aunque de manera parcial y como un ensayo, son aquéllos que registran un menor grado de contagios por covid-19, falta de conectividad y alto nivel de pobreza.
En apego a lo dicho por los representantes de SINAGER, funcionarios de Salud y de Educación, y miembros de la Asociación para una Sociedad más Justa, el programa de reingreso a las aulas en una treintena de ciudades será monitoreado de cerca para conocer cómo avanza la vida escolar y cómo es el comportamiento de la pandemia para introducir los ajustes que sean necesarios.
Sobre el regreso a la escuela, hay dos posiciones. Una de ellas es defendida por académicos que afirman que la ruptura de la relación entre docentes, alumnos y padres de familia, está llevando a Honduras a una "catástrofe educativa",
Investigadores de instituciones de enseñanza superior han estado a cargo de diversos estudios que subrayan que Honduras ha retrocedido entre cinco y diez años en la materia educativa, ha caído un año escolar y está a las puertas de una "década perdida".
La pandemia covid-19 ha puesto al descubierto todas las debilidades del sistema de enseñanza-aprendizaje, referidas a la cobertura, acceso y calidad.
En plena pandemia, el 75 por ciento de los alumnos en Honduras recibe menos de cinco horas-clase de manera virtual a la semana, y más de un millón de estudiantes no tiene acceso a la Internet, a lo que se añade la estrepitosa caída en la calidad educativa.
Dos períodos escolares sin clases presenciales representaría una tragedia, a juicio de algunos sectores que están a favor de que los maestros y los niños y jóvenes se encuentren de nuevo en las aulas de clase.
En contraposición, la dirigencia magisterial y los médicos que lideran la batalla contra el covid-19, aseveran que el regreso a las clases presenciales sería un "suicidio" si previamente no son vacunados contra el nuevo virus los docentes y los estudiantes.
Los infectólogos han proyectado que en los próximos meses habrá una propagación amplia y virulenta en el interior del país, precisamente donde se ha recomendado que se reinicien las tareas académicas.
Calificaciones de insuficiencia son las que se pueden atribuir a la educación hondureña en esta etapa, cuando al menos 300,000 niños y jóvenes han desertado solamente en 2021.
Y ante dicho escenario, todos los actores tendrían que participar en un plan completo e integrado para salvar a los niños y jóvenes de entrar en una generación perdida por falta de acceso a la educación.