En 2022 no se alcanzará la modesta meta de los 200 días de clases. Los especialistas se han pronunciado por que el período escolar no sea clausurado en noviembre.

Lo más consecuente es que las actividades académicas se prolonguen hasta diciembre de 2022 y enero de 2023, dado que el sistema educativo está “colapsado”, sostienen los entendidos.

Ya no es posible recuperar los dos años de aprendizaje perdidos por causa de la pandemia; tampoco van a regresar los niños que se desconectaron del sistema, porque no tuvieron acceso a las clases virtuales.

Analistas de la Asociación para una Sociedad más Justa (ASJ), no tienen duda que Honduras tiene una generación perdida que no puede ser recuperada.

¿Ha llegado el sistema educativo a sus indicadores más bajos; es decir, aquéllos que ponen de manifiesto un bajo rendimiento de los alumnos y un insuficiente desempeño de los docentes?

Un análisis de la Asociación para una Sociedad Más Justa (ASJ), revela que los jóvenes de 14, 15 y 16 años son una “generación perdida”.  Los mismos datos, señalan que el país tiene una pobreza de 75 por ciento en español y de 80 por ciento en matemáticas.

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Este grado de “pobreza” en la enseñanza-aprendizaje de los alumnos hondureños está por encima de la misma tasa de déficit alimentario, recalcan los informes de la ASJ.

El sistema educativo ha colapsado y es el momento de rescatarlo, ha subrayado el especialista en la materia, Denis Cáceres, quien ha expresado una sentencia definitiva: “La crisis es insostenible”.

Los académicos que han elaborado documentos puntuales sobre la situación del sistema educativo nacional, han concluido que la brecha de aprendizaje entre las escuelas públicas y privadas pasó de dos a tres años como efecto de la emergencia sanitaria que obligó a cerrar las escuelas y colegios y adoptar el modelo de clases remotas.

Dos elementos dominan la educación hondureña: La mediocridad en el rendimiento de los alumnos y la insuficiencia en el desempeño de los docentes.

En esta materia, lo sustancial se convirtió en intrascendente, no obstante los compromisos asumidos en el papel por los políticos en los distintos períodos gubernamentales sobre la gestión educativa en Honduras.