A las puertas de las elecciones generales, los líderes de la iglesia, de la empresa privada, de las organizaciones obreras y campesinas, así como de entes que luchan por la transparencia y bloques de defensa de la democracia, han expresado sus dudas sobre el proceso que culminará el último domingo de noviembre.

Las voces que más pesan en el debate son aquéllas que plantean los desafíos que enfrenta Honduras para devolverle el poder al voto ciudadano, recomponer la democracia, restaurar la credibilidad de los partidos y revestir de mayor independencia a las instituciones electorales.

Una de las inquietudes que sobresalen en este ambiente previo a los comicios del 28 de noviembre es si las alianzas que se han armado pueden profundizar el Estado de Derecho y rehabilitar la democracia.

Como es sabido, la consulta del mes entrante pone en contienda a 14 partidos políticos, tres candidaturas independientes en el nivel presidencial, una en la categoría legislativa y unas treinta aspiraciones solas para el control municipal.

Los segmentos mayoritarios piensan que tiene mucha incidencia la participación nutrida de candidatos a cargos de elección popular, porque No existen propuestas creíbles ni sólidas para administrar la crisis y sortear los problemas del país.

La incertidumbre se impone a causa de las dudas de fraude, de confrontación visceral y las amenazas de una mayor violencia electoral que gravitan sobre la gran consulta a la que están abocados cinco millones de hondureños.

Organizaciones de sociedad civil han exigido a los partidos políticos que vayan al ruedo con reglas claras y con el compromiso de dar una cabal lectura a la voluntad que sea expresada el pueblo en las urnas.

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Los analistas han reafirmado que son los mismos ciudadanos hondureños los que deben desafiar y emplazar a los postulados a puestos públicos a jugar a la política limpia y a honrar el poder popular en que se basa la democracia y el Estado de Derecho.

La postura más contundente es la que ha asumido el liderazgo de la Iglesia Católica. Como se recuerda, en su más reciente comunicado, la Conferencia Episcopal le ha pedido al pueblo que supere los sentimientos de indiferencia, apatía y escepticismo provocados por el deficiente sistema de Gobierno y sus instituciones.

Los hondureños deben asistir a las urnas y ejercer el voto con responsabilidad y libertad; esto es, votar por los candidatos con el mejor perfil, honestos y sensibles a las necesidades del pueblo y comprometidos con la buena política y los valores de la familia y de la vida.

La antítesis sería marcar en la papeleta por aquellos postulados que quieren llegar a como dé lugar en forma engañosa y fraudulenta sin importar si están manchados por la corrupción o por presuntos vínculos con el crimen organizado.

¿Están en ruta los candidatos a hacerse del poder en el próximo cuatrienio a aliarse para construir un proyecto de nación y a exponer sus credenciales de verdadera vocación de servicio y de búsqueda del bien común?.

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