Por: Mario Rodríguez Perdomo

“¿Cómo puedo esperar a que Santa Claus, Papá Noé, San Nicolás o como puercas se llame, me traiga algún regalito en Navidad?, si muy clarito dice, que “Neles Pasteles” para los güirros como yo, que no cumplamos con sus consejos”, vocifera con gran resentimiento Paquito.

“Este ingrato señor”, continua diciendo, “exige que le tengamos limpia la chimenea para poder entrar cuando estemos dormidos… y yo ni se lo que es una chimenea y además cuando no consigo pisto me toca dormir en la calle con mi hermanito.

¿Y para que necesita una chimenea para entrar? si la choza de mi abuelita tiene unos riatas de huracos en el techo, que cabe el tal San Nicolás con todo y el trineo, por eso cuando llueve nos cae aquel cachimbazo de agua encima.

¿Qué hay que obedecer a los papás? ¿Y cómo?, Si al viejo ni lo conocí y a mi mama la última vez que la vi, fue hace cinco años cuando me dijo con lágrimas en sus ojos: “Ya vengo Paquito, voy allí nomás a la trucha a buscar unos cigarritos”… desde ese día se la peló y me dejó “clavado” cuidando a mi hermanito y a la abuela.

¿Qué tengo que poner clarito mi nombre en el sobre? ¡Sí ni se cómo me llamo! Porque mi mama me decía Paquito, la vecina; Pancho, mi madrina; Francisco, mis aleros; Chico, a los que les pido dinero en la calle me gritan, cipote de m..., y de paso cuando estornudo algunos me dicen Jesús.

Y no estoy de acuerdo con ese canoso panzón, cuando dice a los niños que deben de comerse toda la comida, ¿Entonces qué vamos a comer con mi hermanito? Porque si se lo comen todo, nosotros ya no vamos a conseguir las sobras que dejan y que algunas veces por suerte, arrojan a la basura.

Y como estoy seguro que no nos va a traer nada, voy hacer lo mismito de todos los años, voy a comprar un botecito de resistol y me voy a “poner hasta los maules”, para olvidar la tristeza y el hambre, que no sé porque se siente más fuerte en esta época, cuando todos gritan muy alegres: “¡Feliz Navidad!”, lamenta Paquito.