Una decena de reos han muerto en circunstancias violentas en lo que va de este año en las cárceles de máxima seguridad.

De acuerdo con datos recabados por HRN, en Ilama, Santa Bárbara, cinco internos han perdido la vida y enMorocelí, El Paraíso, se han producido otros cinco eventos fatales.

Otro número representativo de privados de libertad también han sido objetivo de ataques mortales en la Penitenciaría Nacional, ubicada en Támara, Francisco Morazán.

Sólo el fin de semana fueron ultimados dos prisioneros. El viernes, un miembro de maras y pandillas acabó con la existencia de un interno en La Tolva y el sábado, le tocó el turno a un procesado recluido en El Pozo I, identificado como Magdaleno Meza, supuesto socio de Antonio Hernández, hermano del mandatario, Juan Orlando Hernández.

Organismos de Derechos Humanos, expertos en el tema de seguridad e incluso delegados de la Organización de Naciones Unidas en Honduras, han exigido que todos estos casos sean investigados en profundidad.

Amplios segmentos de la opinión pública comparten el criterio en el sentido que las cárceles del país, particularmente las de máxima seguridad, siguen siendo una escena del crimen y centros de trasiego de armas, drogas y dinero; además, establecimientos donde son violentadas las garantías esenciales.

Pese a que han sido invertidos mil millones de lempiras en la construcción de las cárceles de alta seguridad y otros 60 millones de lempiras han ido para la asignatura de la rehabilitación de los privados de libertad, el sistema penitenciario hondureño es considerado una "catedral del crimen".