La pandemia ha provocado una tragedia en el sistema de educación, porque los niños y adolescentes han tenido que abandonar sus clases, sobre todo en el Valle de Sula, norte de Honduras, debido a la falta de acceso a las plataformas virtuales.

A esta razón se agrega que la casi totalidad de las escuelas tienen su infraestructura destruida, contrario a lo que afirman las autoridades del ramo en el sentido que se han invertido los fondos necesarios para rehabilitar los centros de enseñanza afectados por las tormentas Eta y Iota.

El Valle de Sula es uno de los sectores donde el sistema de enseñanza-aprendizaje muestra mayor impacto negativo. El 70 por ciento, siete de cada diez alumnos, no ha recibido clases o han desertado por las condiciones inapropiadas.

Informes de la Asociación para una Sociedad más Justa ponen al descubierto que, a nivel nacional, dos millones de niños están excluidos del sistema por causas vinculadas directamente con la crisis epidemiológica y con problemas del sistema que son estructurales.

Como consecuencia de la emergencia sanitaria, solamente 800,000 estudiantes lograron recibir clases virtuales, lo que hizo que se perdiera el 30 por ciento del aprendizaje en lectura y matemática.

Cobertura educativa

Para 2019, la cobertura educativa en el territorio nacional en educación básica de séptimo a noveno grado era de un 48.5 por ciento, mientras que actualmente sólo es de 44.7 por ciento.

El análisis de la Asociación para una Sociedad más Justa precisa que, en este caso, los más afectados son los que cursan educación media, debido a que en ese nivel los servicios de enseñanza nada más llegan al 24 por ciento de la población.

Las evaluaciones que han realizado los expertos concluyen que la promoción de 2020 observó, en promedio, un tres por ciento menos de ingresos económicos por la pérdida de competencias y la caída en por lo menos tres años en la obtención de conocimiento entre los alumnos de la escuela pública.

La Secretaría de Educación ha hecho notar que, a pesar de las consecuencias de la pandemia sobre el sistema de enseñanza-aprendizaje, alrededor de 92,000 docentes han sostenido la transmisión de contenido a través del esquema en línea.

De todas maneras, un hecho es cierto: Las debilidades que el aparato educativo ha arrastrado desde siempre, sumado a que las circunstancias obligaron a adoptar un modelo de clases a distancia, han repercutido en una menor cobertura, mayor deserción y un derrumbe de la calidad.

Es una década perdida que no podrá ser recuperada si no se toman medidas urgentes para regresar a los dos millones de niños y jóvenes que están fuera del sistema, si no es incrementado el presupuesto para el renglón educativo y si no son revisados los contenidos.

Todas estas acciones tendrán que ir de la mano de una formación continua de los docentes y de la participación de los padres de familia, sin olvidar el establecimiento de una vinculación de todos los niveles educativos.

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