Aunque los meteoros Eta e Iota causaron daños en casi todo el país con pérdidas incalculables, los mayores estragos se han reportado en las zonas oriental, norte y occidental de Honduras.

Particularmente en esta última región del territorio nacional, están impresas con profundidad las huellas de las lluvias torrenciales y el lodo todavía está por todos lados.

La destrucción se puede observar por doquier, especialmente en los departamentos de Santa Bárbara y de Ocotepeque, donde la tierra ha seguido viniéndose abajo, las carreteras están partidas y las casas se hunden.

Ochocientas personas han sido evacuadas de varias comunidades de Macuelizo, Santa Bárbara, a causa de una falla geológica que pone en riesgo su vida.

La grieta que se ha producido ha fragmentado las carreteras y calles, derrumbado las viviendas o terminado de sepultar las que todavía quedaban de pie; además, los movimientos de tierra no han cesado.

Los pobladores de la zona occidental de Honduras fueron las más afectadas tras el paso de ambos fenómenos naturales.

Hay zozobra entre los habitantes y autoridades de Macuelizo. Según se ha informado, un grupo de expertos se trasladarán el martes (8.12.2020) hacia aquel sitio para evaluar las condiciones de riesgo y las autoridades locales han urgido la intervención del Gobierno Central.

Líderes de la Iglesia Católica han hecho repetidos llamados para que las autoridades del país, los políticos que pujan por llegar al poder en la siguiente administración y los empresarios se unan en un bloque de ayuda a los damnificados.

Los religiosos de la comunidad han condenado la falta de una respuesta rápida y que las autoridades de las dependencias obligadas ni siquiera hayan llegado al centro del desastre, lo que les ha llevado a afirmar que “los políticos han demostrado en la presente emergencia que son como virus oportunistas”.

La comunidad sigue a la espera de asistencia integral para levantarse de la devastación de las tormentas Eta e Iota: Alimentos, medicinas y el traspaso de tierras para la construcción de sus viviendas.

La comunidad de La Reina se perdió completamente tras un derrumbe que soterró al menos 25 viviendas.

En Santa Bárbara, al menos 1,000 casas fueron destruidas en el sector de La Reina y comunidades aledañas; sin embargo, los vecinos de todos los sectores donde Eta e Iota se ensañaron están literalmente desamparados.

Al menos 26 comunidades están incomunicadas por la destrucción de un puente en Santa Bárbara. Es el resultado del paso de los caprichos de la naturaleza.

¿Y qué decir de lo que ha sucedido en Ocotepeque, siempre en el occidente de Honduras, castigado de manera implacable por los fenómenos naturales?

Las autoridades locales revelaron que el balance es trágico: Un muerto, al menos 3,400 personas afectadas y 1,600 viviendas dañadas. Desde este punto del territorio nacional se ha demandado la inmediata intervención gubernamental y la ayuda de organismos externos para dar inicio a la etapa de la reconstrucción.

El occidente se cae a pedazos y, en la zona norte, la vida de comunidades enteras quedó hundida en el fango. El proceso de recuperación será lento y la necesidad de recursos de tal dimensión que se estima que la deuda pública de Honduras llegaría al 80 por ciento del Producto Interno Bruto.

Los hondureños que quedaron sin nada sólo piden que se cumpla con el compromiso de no dejarlos solos y de ayudarlos a salir de la desgracia que Eta e Iota trajeron consigo.

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