Honduras se ha convertido en un terreno hostil para los menores de edad. Son objeto de toda suerte de delitos que van desde la trata de personas, comercio sexual, violaciones, trabajo forzado, distribución de droga y extorsión.

Se han convertido también en víctimas de la criminalidad. Los datos estadísticos revelan que diariamente mueren dos niños a causa de la violencia.

Los hechos más repudiables tienen a los menores como sus protagonistas y víctimas de grupos delictivos o de agrupaciones ilícitas de alta incidencia, según señalan las investigaciones superficiales que llevan a cabo los entes especiales.

Sobresalen dos hechos repudiables: En mayo de este año un niño de nueve años fue hallado decapitado y semienterrado en San Pedro Sula, Cortés; y en junio, un menor de cuatro años perdió la vida cruelmente en Roatán, Islas de la Bahía. Fue ultrajado y asesinado.

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Por su impacto se resaltan varios eventos sangrientos cometidos en la última década en perjuicio de niños. Uno de tales sucesos se refiere a un pequeño de dos años que fue secuestrado y truncada su vida ante la imposibilidad de su familia de pagar un rescate de un millón y medio de lempiras hace más de diez años en Olancho.

Se recuerda, asimismo, que hace unos siete años un niño de 36 meses fue desmembrado en una horrenda escena en Yoro. Sus restos fueron llevados por los victimarios a la puerta de su casa.

Cinco años atrás, una niña fue objeto de una bestial violación en la misma colonia donde residía en esta capital. Falleció en el hospital donde fue trasladada.

En esa misma fecha, otra menor de 10 años fue encontrada sin vida con signos de haber sido violada en el municipio de Reitoca, en el departamento de Francisco Morazán.

En 2016 un pariente de un menor fue el autor de su abominable muerte, ocurrida en San Antonio, Cortés. Un acto similar fue cometido el año pasado en San Lorenzo, Valle. Una niña de siete años fue llevada bajo engaños por un desalmado que abusó de él y lo asesinó a golpes.

Aberrante fue el crimen perpetrado siempre el año anterior contra un pequeño de sólo cinco años en la zona sur del país. Fue encontrado por sus parientes en el patio de su vivienda con señales de haber sido estrangulado y violado.

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Otro de los episodios más mediáticos es el de Enoc Misael Chinchilla. En 2019 llegó de España a donde partió con su madre en busca de mejores horizontes para pasar las fiestas de Navidad en su natal Tela, Atlántida. Su abuelo, su tío, una niñera y una vecina fueron asesinados y Enoc Misael secuestrado. Hasta ahora el caso permanece en el misterio.

La crueldad, las agresiones y la discriminación de que son víctima los menores de edad en Honduras, son testimonio de miseria humana. Son signos de un estado de descomposición en que se encuentra nuestra sociedad, pero que es necesario corregir con decisión para que en el país no se imponga el salvajismo en menoscabo de nuestros niños.