La mayoría de las proyecciones señalan que el Producto Interno Bruto (PIB), caerá entre siete y ocho puntos, un comportamiento que hará que el país retroceda al menos diez años.

Los teóricos más optimistas señalan que a Honduras le tomará dos años para regrese al punto en que se encontraban las variables macroeconómicas a inicios de 2020.

Los analistas económicos de organizaciones independientes estiman que el país sufrirá tal deterioro en la generación de bienes y oferta de servicios que ni siquiera podrá compararse con el desastre ocasionado por el huracán Mitch en 1998 o con las secuelas de la crisis política de 2009.

Las previsiones del Banco Central apuntan que al término de 2020 el Producto Interno Bruto del país tendrá una involución de entre siete y ocho por ciento.

Desde 2009, cuando el PIB cayó en 2.1 por ciento, la economía hondureña no observaba un decrecimiento tan pronunciado como el que se espera al corte del presente año.

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En 2010 y 2011 el crecimiento fue similar y se cuantificó en 3.7 y 3.8 por ciento. En 2012 subió hasta 4.1 por ciento, en 2013 tuvo una menor evolución de 2.6 por ciento, y en 2014 el PIB llegó a 3.1 por ciento.

Entre 2015 y 2017 la economía nacional observó un incremento entre 3.6 y 4.8 por ciento y en los dos siguientes años, 2018 y 2019, el PIB mostró una variación de 3.7 y de tres por ciento.

El gran desafío es rescatar la economía de su declive. ¿Cómo lograrlo? ¿Cómo abordar la recesión económica, ligada con la crisis sanitaria, la precariedad de las condiciones sociales de la población, la pérdida de empleos y el aumento de la pobreza?

Los profesionales de las finanzas aseguran que la emergencia es sistémica y que el desplome del PIB será provocado básicamente por la reducción en el flujo de las remesas y la paralización del turismo, además del decaimiento de las exportaciones.

La pobreza se incrementará en diez por ciento, la clase media está en ruta a su desaparición y al menos medio millón de personas ya perdieron su fuente de empleo.

La reconstrucción de la economía es una obligación. Para algunos, el mayor obstáculo de Honduras es que es un país esencialmente importador y que no cuenta con el respaldo de políticas públicas coordinadas para responder a la presente eventualidad sanitaria, económica y de un abandono social generalizado.

En todo este panorama sombrío lo que cabe es una política fiscal ordenada que estimule el trabajo y que fortalezca el capital humano, la inversión, la seguridad alimentaria y la equidad socio-económica.