Nueve de cada diez hondureños de la población económicamente activa tienen problemas de empleo y esta situación les arrastra hacia la pobreza.

El cierre o suspensión de plazas de trabajo, como resultado de la pandemia y de los eventos naturales, ha provocado que la mayoría de los hondureños perdieran su fuente de ingresos mínimos para satisfacer sus necesidades.

Un estudio de la Universidad Nacional confirma que la pobreza en Honduras afecta a siete de cada 10 personas, mientras los reportes de organismos externos subrayan que el país tiene la tasa más alta de miseria a nivel del área centroamericana.

La investigación de la máxima casa de estudios de Honduras detalla que la pobreza relativa representada por los hogares que perciben ingresos menores al costo de la canasta básica de bienes y servicios, ha presentado un comportamiento más o menos estable a lo largo de los últimos años en un promedio de 21 por ciento.

En cambio, la extrema que incluye los hogares cuyos recursos son insuficientes para cubrir al menos los alimentos esenciales, se ha profundizado por la crisis económica actual y ha hecho que el 53 por ciento de las familias se vean afectadas.

Los analistas de la máxima casa de estudios convienen en que el problema de la pobreza es el reflejo de la debilidad estructural de la economía del país, la que siempre ha golpeado a un alto porcentaje de la población, pero con la crisis del año 2020, se ha acentuado por la pandemia y por los fenómenos naturales.

Honduras cuenta ahora con la categoría de los llamados "pobres climáticos", integrada por aquellos grupos que recibieron daños parciales o totales en sus viviendas y unidades productivas.

En la década entre 2010 y 2020, la pobreza total se movió desde 63 a 70 por ciento, un alza de siete por ciento, pero la extrema creció en casi diez puntos al moverse desde el 44 al 53 por ciento.

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