El debilitamiento y de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), comenzó a gestarse en 1994, cuando fue aprobada la Ley General de la Industria Eléctrica.

Los diferentes grupos de opinión pública están convencidos que la fragmentación de la ENEE es un zarpazo que se le ha dado, y no tanto una propuesta para rescatar la estatal eléctrica, cuyo descalabro hace estremecer las finanzas de Honduras.

El modelo presentado se basa en la operación de la Enee como empresa matriz y el funcionamiento de las divisiones de Generación (EGECO), Transmisión (EMETO) y Distribución (EDCO).

Un informe del Banco Mundial elaborado en 2007 concluía que la anunciada reestructuración y privatización de la ENEE No se llevó a cabo y su gobierno corporativo y gestión No mejoraron.

Agregaba el análisis que la ENEE se enfrenta a una crisis financiera ocasionada, en parte, por su pobre desempeño.

Los problemas de la empresa se pueden relacionar con la falta de compromiso del Gobierno y de los partidos políticos de aplicar tarifas que recuperen los costos y de reestructurar y mejorar el esquema corporativo de la empresa.

Una de las propuestas del Banco Mundial, impulsadas hace más de veinte años consistía en la reorganización de la ENEE y en la creación de Unidades de Negocios Independientes para la distribución, transmisión-despacho y generación de potencia.

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Todas las posibles respuestas a los problemas de la institución han sido un fracaso. Los interventores se comprometieron a ejecutar una reforma institucional sobre el eje de un reordenamiento administrativo y financiero. El resultado ha sido peor que negativo.

Y en el Congreso han sido aprobados entre 2019 y 2021 alrededor de 1,300 millones de dólares en bonos soberanos y cerca de 12,000 millones de lempiras para cubrir deudas de la empresa.

Hasta mayo de 2021, la ENEE tenía un déficit de 1,200 millones de lempiras y pasivos acumulados que sobrepasan los 70,000 millones de lempiras. El peso de este desequilibrio es gigantesco sobre las finanzas de Honduras.

La ENEE está convertida en un cadáver. ¿Aprovechará en algo partir la institución de servicio público en tres segmentos si es una empresa donde ha crecido un mal cancerígeno que No ha podido ser extirpado?

¿Cuál es la salida? ¿No hay más opción que destruir la entidad de energía eléctrica y despojar al país de uno de sus principales patrimonios?.

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