En el año que estamos por finalizar, el área productiva del país se habrá reducido en unas tres mil manzanas cultivables mientras la demanda anual de maíz habrá dramáticamente aumentado en relación a lo que los agricultores nacionales  pueden abastecer. 

Dramáticas proyecciones, mientras los políticos han “sembrado” y continúan “sembrando” la incertidumbre y anarquía, que como resultado nos han heredado un país, cuyo territorio es en un 40 por ciento de vocación agrícola,  deficitario en producción de granos básicos. 

Ésta es hoy nuestra triste realidad. Con una superficie sembrada de casi 500 mil manzanas de tierras sólo para el cultivo de maíz, ya no somos capaces de producir lo que el pueblo hondureño consume.

Honduras produce unas 590 mil toneladas métricas de maíz, mientras la demanda es de casi un millón de toneladas métricas.

Hemos estado importando anualmente, unos 400 mil quintales del grano básico.  Vaya contradicción, sin duda generada por ese clima de incertidumbre que a través de la historia reciente del país, generaron los políticos de turno.

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El resultado también de la pérdida de enfoque y de la distorción de las prioridades, que como ahora, nos terminó pasando factura en los rubros más sensibles como lo es el aparato productivo.

Somos deficitarios en la producción del alimento vital del hondureño, a pesar de las 1.8 millones de hectáreas de tierras cultivables de las que disponemos. 

El campesino hondureño, entonces, terminó siendo, en comparación con sus homólogos centroamericanos, el que menos riqueza produce, mientras su labranza es la que menos rendimiento y productividad por hectárea sembrada. 

En términos del producto interno bruto agrícola nominal, el maíz aporta entre el 19 y 20 por ciento, pero el productor nacional es el que menos riqueza genera, también en relación a sus pares centroamericanos.

Honduras ya no puede sostener los niveles productivos de antes, en relación a la demanda nacional, y más bien retrocedimos de tal forma que ahora tenemos que importar granos básicos.

Con suficientes tierras cultivables trabajadas por unos 200 mil productores de subsistencia y otros 200 mil dedicados al cultivo de frijol, con más de tres mil agricultores tecnificados, nos convertimos en un país deficitario en producción. 

La cara factura que la falta de planes de país y políticas públicas nos ha pasado. El lastre de las crisis políticas como la que ahora ha vuelto a sumir a honduras en el caos de la incertidumbre y el socavamiento del orden institucional y constitucional.

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