En el período entre 2010 y 2021, la deuda pública se ha elevado en más de 11 mil millones de dólares, porque pasó desde 4 ,mil 800 millones de dólares en 2010 a 16 mil 500 millones de dólares a la fecha, de acuerdo con informes de organismos de la sociedad civil.

Los argumentos expuestos por el gobierno y por los estudiosos de las finanzas son encontrados. Mientras los funcionarios de la Administración Central aseguran que Honduras mantiene el control sobre el endeudamiento, los críticos aseguran que las finanzas públicas son manejadas sin ponderación.

De conformidad con las cifras gubernamentales, los préstamos nacionales y externos no sobrepasan el 55 por ciento del Producto Interno Bruto (PIB).

En contraposición, organismos dedicados al estudio de la rama como el Foro Social de la Deuda Externa (FOSDEH), establecen que los compromisos de deuda sobrepasan el 65 por ciento del PIB.

Para los entendedores de las finanzas, el problema no es que Honduras tome créditos; en cualquier caso, no tiene otro camino que endeudarse ante la caída de las recaudaciones tributarias y las crecientes demandas: pago de sueldos y salarios, entrega de transferencias y otras obligaciones del ejercicio presupuestario.

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Lo de fondo es que los recursos van dirigidos prioritariamente al gasto corriente, lo que significa que el endeudamiento no tiene resultados eficientes; más bien es un sacrificio, ya que el país paga más de 40,000 millones de lempiras al año por el servicio de deuda.

Se interpreta, entonces, que mientras más se endeuda el país, hay mayor disponibilidad de dinero para el gasto, no para aliviar las deprimidas condiciones de vida del 70 por ciento de la población.

Pese a que los altos cargos del Gobierno insisten en que se ha mantenido la disciplina fiscal y que Honduras tiene buenos niveles macroeconómicos y una buena calificación de riesgo crediticio, los economistas de instituciones nacionales y regionales avizoran que las próximas autoridades del país tendrán que endeudarse más y poner en marcha un nuevo ajuste para enfrentar la crisis.

El tamaño de aparato estatal ha seguido creciendo, lo mismo que la contratación de deudas; en sentido contrario, la pobreza se profundiza, el desempleo crece, la inversión está ahuyentada, las empresas cierran y la corrupción galopa.

En esta lista de los males crónicos hay que anotar que los sistemas de salud y educación de los hondureños son "un desastre" por sus carencias y exclusión.

Los sectores mayoritarios de opinión pública se preguntan si ha servido de algo que las autoridades del país, en diferentes  períodos, hayan adquirido más y más deuda en los niveles en que lo han hecho.

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