Ha sido una carga muy pesada, pero en el próximo período el pago del capital e intereses de la deuda pública representará una asfixia mayor para las finanzas hondureñas.

De acuerdo con las proyecciones de economistas consultados por HRN, el servicio de la deuda pública pasará de 42,000 millones a cerca de 52,000 millones de lempiras, una diferencia de más de 20 por ciento.

Lo anterior significa que Honduras tendrá que desembolsar 10,000 millones de lempiras más que el monto que destina actualmente para honrar los compromisos ante los acreedores.

Los especialistas en finanzas han señalado que lo esencial no es el nivel de endeudamiento que alcance el país y que actualmente se cuantifica en 16,000 millones de dólares, sino el destino que se dé a tales recursos.

Una buena parte de los fondos contratados son orientados a cubrir el enorme déficit de la Empresa Nacional de Energía Eléctrica (ENEE), y a satisfacer la demanda de la masa salarial.

A juicio de los críticos que dan lectura a la problemática nacional, Honduras se endeuda en niveles insostenibles, lo que podría asimilarse al inútil acto de "echar dinero en saco roto", porque ha significado un gasto estratosférico a costa de restarle recursos a programas esenciales para mejorar las condiciones sociales y económicas de la población.

Un documento gubernamental señala, entre los objetivos del Presupuesto de la República, que la Política de Endeudamiento Público debe contener los techos de contratación de nuevos recursos externos que serán destinados para programas y proyectos de inversión que hayan sido clasificados con el mayor criterio de prioridad por parte del Gobierno.

El Gabinete Económico ha privilegiado el financiamiento externo a ser convenido mediante contratos de préstamo en términos concesionales, subraya el proyecto de ingresos y egresos para el año entrante.

Uno de los propósitos definidos para el ejercicio fiscal 2022 es impulsar el desarrollo del mercado local de bonos gubernamentales, mediante prácticas de mercado que promuevan un clima de confianza para los inversionistas.

La deuda pública sigue siendo un rompecabezas para las finanzas y para las acciones encaminadas a cambiarle la vida a los hondureños, en un país donde siete de cada diez personas son pobres y casi tres millones tienen problemas laborales.

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