En cuatro décadas, Honduras ha reportado un crecimiento económico promedio de 3.1 por ciento, un índice insuficiente para provocar una incidencia directa en el desarrollo del país.

Un estudio de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras destaca entre sus hallazgos que desde el primer período presidencial democrático de 1982 hasta el actual el país ha mantenido una media en el alza del Producto Interno Bruto que no ha pasado del tres por ciento.

Los académicos consideran que este indicador muestra que han sido infructuosos los esfuerzos realizados en los distintos gobiernos para mejorar las actividades productivas.

Este comportamiento se puede calificar como "un fracaso", porque la actividad en los diferentes renglones económicos es la que genera inversión y riqueza para crear empleo, favorecer a los empresarios, elevar las condiciones sociales de la población y fortalecer el fisco.

En cada administración gubernamental ha habido un estancamiento. Honduras No ha crecido sustancialmente, a excepción del primer periodo que presentó una tasa reducida como resultado de la transición de los regímenes de facto hacia la democracia.

La revisión histórica realizada por expertos de la máxima casa de estudios hace hincapié en que en los últimos dos años se ha reflejado el impacto de la pandemia, aunque la economía de Honduras venía mostrando un profundo agotamiento y señales de una recesión.

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Los analistas consideran que los problemas estructurales como la pobreza y la exclusión social han sido constantes en el tiempo y se han agudizado.

La atrofia económica se ha manifestado en la subida en los niveles de pobreza. Desde 1990 se ha observado que, en promedio, el 64 por ciento (seis de cada diez) hogares hondureños se han encontrado en esa situación de rezago.

Para los entendidos abordados por HRN, es una evidencia que en los diferentes gobiernos no se ha hecho lo que se debe para la adopción y puesta en marcha de estrategias efectivas orientadas a abrir espacios de movilidad social.

El crecimiento de la población trae aparejado el aumento en las necesidades de las mayorías marginadas. Y la atención de estos reclamos requiere de un crecimiento sostenido de la economía, en porcentajes que permitan contrarrestar la inequidad, la pobreza, el desempleo y la emigración.

Pero, como ya se ha apuntado, ninguna de las administraciones gubernamentales de los últimos cuarenta años ha logrado llevar la economía hondureña a un proceso de evolución ordenada.

Quienes tomen el poder del país en el período 2022-2026, tendrán que evaluar los indicadores económicos, ajustar las finanzas, reducir el gasto corriente, elaborar un nuevo perfil del endeudamiento, disminuir la masa salarial y procurar mejores condiciones sociales para la población desposeída.

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