Velásquez, de 67 años, señaló que vio el eclipse anular en las playas de La Ceiba, en el Caribe hondureño, recordando a sus padres, quienes cuando él tenía "como seis años, escuchaban a Bienvenido Granda cantando Los aretes que le faltan a la luna".

"Eclipsado" por la emoción, Velásquez indicó que fue "testigo del eclipse", que en Honduras se comenzó a ver hacia las 10:00 hora local (16:00 GMT), cantando "Los aretes que le faltan a la luna" y disfrutando de "una cerveza bien fría porque La Ceiba siempre es caliente".

Muchos habitantes de La Ceiba vieron el eclipse provistos de lentes especiales en un hermoso malecón que está contiguo a un viejo muelle de la ciudad, que es conocida como "La novia de Honduras" y "Ceibita la bella".

El fenómeno fue visto en su totalidad en La Ceiba, (departamento de Atlántida), Méndez, Boca Mame y San Francisco (Yoro) y Gualaco, Santa María del Real y Catacamas (Olancho), en el norte y este de Honduras.

De manera parcial se pudo apreciar en el resto del país centroamericano.

En Tegucigalpa, entre otros sitios, fue visto por miles de personas que llegaron al observatorio espacial de la Universidad Nacional Autónoma de Honduras (UNAH), que también puso a disposición aparatos en otras ciudades importantes.

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Plazas públicas, terrazas de edificios, parques y playas entre otros sitios, también fueron concurridos por muchos hondureños para ver el eclipse anular, que duró casi cuatro horas.

En su máximo esplendor, la luna no cubrió el disco del sol, pero "eclipsó" a los hondureños como Velásquez con el anillo de fuego.

El eclipse se fue disipando y Velásquez se siguió acompañando con "Los aretes que la faltan a la luna", de los que José Dolores Quiñones dijo que "los tengo guardados para hacerte un collar" y que "los hallé una mañana en la bruma, cuando caminaba junto al inmenso mar".

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