Al cierre del primer año de gobierno de doña Xiomara Castro,  Honduras seguía ocupando en Centroamérica, el penúltimo lugar en el indicador de generación de climas propicios para las inversiones extra regionales, mientras la Inversión Extranjera Directa apenas alcanzaba a llegar al país por el orden de los 800 millones de dólares, muy por debajo de los 3,500 millones recibidos por Costa Rica, y lo más grave, por debajo de los 1,200 millones de dólares que logró captar Nicaragua; el otro país de la región con el peor clima de atracción de capitales e inversiones foráneas.

Las cifras son preocupantes, pero las alarmas tienden a sonar con más estridencia, cuando desde el gobierno central poco o nada se hace, para revertir esta especie de caída libre en la que inevitablemente va el país.

 A pesar de las advertencias y observaciones que insistentemente se les hizo sobre este peligroso instrumento para la inversión y generación de empleo, que es el proyecto de justicia tributaria, o “injusticia tributaria”, como lo ha bautizado el designado presidencial, Salvador Nasralla, siguieron adelante con el mismo, desoyendo las alertas que presagian una desbandada de inversionistas extranjeros, que precisamente vinieron con sus capitales al país atraídos por los beneficios que les garantizan los regímenes fiscales especiales, que como los que tiene Guatemala, le han permitido al hermano país recibir ingresos por el orden de los 2,800 millones de dólares anuales.      

 ¿Qué orilla entonces al gobierno de Libre a persistir en esta especie de “necedad” de generar climas de incertidumbre e inestabilidad económica y fiscal?. Las mismas e inestables condiciones macroeconómicas generadas por el clima de incertidumbre institucional, política, social y regulatoria que le endosaban ellos a los nacionalistas en el poder!.   

Miren. Sólo los países que promueven un ambiente político, jurídico  y fiscal estable, le pueden garantizar al inversionista, nacional y extranjero, la plenos beneficios por sus inversiones, además de todas las facilidades para hacer negocios y generar crecimiento económico.

No hay una fórmula mágica ni una varita de mago. Y lo peor es que desde el mismo gobierno, voces que después terminaron siendo silenciadas, les alertaron sobre los efectos que derivarán de este instrumento aprobado a rajatablas, en Consejo de Ministros.

 La administración de doña Xiomara sigue perdiendo espacios y oportunidades, para propiciar un ambiente proclive a los negocios, con un país y un gobierno abierto a la inversión y al crecimiento económico. Nos hemos quedado votados en la región.

El año pasado, sólo el 10 ciento de la Inversión Extranjera Directa que atrajo Centroamérica, decidió invertir en Honduras. Ni las 200 mil familias rurales que viven en la extrema pobreza, ni los 2.5 millones de compatriotas con graves problemas para comer, merecen seguir siendo víctimas de la incompetencia, la improvisación y la ingobernabilidad.

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