La anarquía que se impone en la Secretaría de Salud ha ido a mayor. Es la de "nunca acabar".

En lugar de encontrar vías de solución, los principales actores del conflicto se han enzarzado en posiciones casi irreconciliables, con un diagnóstico fatal para las expectativas del pueblo hondureño de contar con un servicio sanitario de calidad y con esencia humanitaria.

Los médicos se han declarado en asambleas informativas y, al tenor de su amenaza, permanecerán en esa trinchera hasta que no se les garantice su nombramiento en plazas permanentes y el pago de cuatro meses de salarios atrasados.

Con sus colegas de profesión, el secretario de Salud José Manuel Matheu tiene un muro muy grueso que derribar, porque los directivos del Colegio Médico le han enrostrado que no es un funcionario dado al diálogo para resolver la problemática.

Y aunque es menos tensa la relación entre las autoridades de la cartera ministerial y los otros gremios vinculados, el conflicto podría diversificarse si las acciones administrativas para el otorgamiento de plazas no avanza a ritmo rápido.

Es innegable que la pasada gestión que encabezó Alba Consuelo Flores, sus viceministros y asesores, heredaron un tremendo caos a sus sucesores, habida cuenta la perversa manipulación que se hizo de los recursos humanos y financieros.

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Hacemos memoria que organismos anticorrupción hicieron públicos informes en los que se constata que un día antes de concluir sus funciones, la señora Flores se dedicó a firmar ocho mil nombramientos que causaron perjuicios de 2,500 millones.

La contratación de médicos sin título, el otorgamiento de plazas dobles y la desaparición de los expedientes de personal de primera línea, cuyo pago fue financiado con recursos externos, son expresiones del caos vigente en el sector salud.

¡Todo un enjambre!, es cierto. Pero igualmente es una realidad que el ministro ha perdido autoridad, se le ha ido de las manos la gobernabilidad del Ministerio a su cargo y está atrapado en las redes de la enemistad que él mismo ha tendido.

De esta eventualidad se han aprovechado los grupos que politizaron la administración de la salud. Así, entonces, hemos sido testigos de cómo colectivos del partido en el Gobierno han tomado por asalto las diferentes instituciones hospitalarias, donde pretenden imponer funcionarios y directivos. De otro lado, cargos de alta gerencia de regiones sanitarias se han dado a la tarea de amedrentar a los médicos declarados en asambleas informativas.

Este tipo de penosos episodios sientan un grave precedente, ya que significa que el ministro Matheu y sus colaboradores no ejercen su autoridad ni hacen cumplir las directrices definidas para el sector sanitario. ¿No es una demostración de incapacidad para manejar la crisis y explorar sus soluciones?

Hay que recuperar el orden y la gobernabilidad; así como están las cosas, el sector salud permanecerá encapsulado en una oprobiosa anarquía. Esto es una inexorable realidad que hay que revertir.