El Día de los Trabajadores se conmemora en esta fecha en circunstancias marcadas por una crisis económica, brotes de descontento social, incertidumbre jurídica, debilidad institucional, inestabilidad política e ingobernabilidad.

La economía tiene un pobre crecimiento de tres por ciento anualmente, nuestro aparato productivo está en declive y vastos segmentos de la población han expresado su inconformidad por la falta de definición de una política de equidad social.

La politización de la agenda del país, el juego ideológico en el abordaje de la realidad nacional y la polarización que se antepone al diálogo y al entendimiento, son elementos que se conjugan y que derivan en un estado de anarquía.

En este enmarañado entorno, llegamos al 1 de Mayo, Día de los Trabajadores, una fecha que suele ser aprovechada por los líderes de la clase obrera para declarar sus demandas, denunciar la precariedad de las condiciones laborales vigentes y exigir una relación justa y equitativa entre el capital y la fuerza laboral.

Los datos estadísticos reflejan el deterioro de las condiciones laborales en Honduras: tres millones y medio, la tercera parte de la población, tienen problemas de empleo y esto les condena a vivir en una condición de pobreza.

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Dos millones y medio de hondureños están subempleados, casi medio millón se encuentran desalentados y otros 350,000 están desocupados o sin trabajo.

Suma y sigue: los políticos se han negado a discutir la propuesta de la Ley del Empleo Parcial que fue introducida para llenar el vacío producido por la derogación del trabajo por hora el año anterior.

Para mayor desventura, la iniciativa de Justicia Tributaria que promueve el Gobierno elimina los beneficios fiscales, que son un eje para atraer inversión y aliviar la pobreza a través del establecimiento de más fuentes de ingresos.

Hay que anotar, en este contexto, que la masa de los trabajadores cayó, desde hace varias décadas, en un estado de parálisis por la falta de liderazgo, el envejecimiento de sus discursos y el agotamiento de los argumentos que reivindican sus derechos.

Los obreros necesitan un avivamiento en su quehacer; esto es, abandonar el acomodamiento con los gobiernos de turno y tomar una genuina identidad de clase.

Los líderes de los trabajadores están en deuda. Necesitan retomar su protagonismo, generar consciencia social y rescatar su voz y su voto en el debate de las cuestiones esenciales de la vida nacional.

Porque la justicia social en Honduras debe descansar sobre la reivindicación de los derechos de la clase obrera y el fortalecimiento de los sectores que, como la empresa privada, le dan sustento a la economía nacional, generan riqueza y empujan el desarrollo de nuestro país. 

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