¿Cómo es que hospitales públicos, de sensible y masiva atención regional y nacional, son tomados y prácticamente clausurados a miles de pacientes y enfermos que sólo dependen de la medicina y asistencia estatal pública, mientras el  gobierno guarda silencio, no dice “ni pío” y permite que los empoderados colectivos sociales, que no son más que fuerzas de choque, y hasta supuestos movimientos sociales, sean los que deciden o determinen cómo se deben hacer las cosas en los nosocomios públicos?. 

¿Cómo se puede entender esa enrarecida inacción del gobierno central; ese injustificable dejar y hacer, y este inexplicable como confuso escenario de supuesta ingobernabilidad, que ha redundado ya en más de 250 tomas de carreteras en solo un año, sin que en ninguno de esos episodios, de aparente conflictividad, haya intervenido la autoridad central a través de las agencias de orden público y seguridad,  para desalojar a los manifestantes?.  

La parlamentaria por el Partido Salvador de Honduras, Maribel Espinoza, parece   tenerlo bien claro.

 Este escenario de premeditada anarquía y aparente ingobernabilidad, revela la diputada que llegó al Congreso a través de la Alianza Libre-PSH,  responde a una agenda programática y a una columna ideológica bien estructurada y financiada por el Foro de Sao Paulo y el Grupo de Puebla.  

Es la misma teoría que defiende la respetada socióloga nacional, Julieta Castellanos, para quien Libre solo está siguiendo al pie de la letra la agenda programática de los círculos ideológicos del Foro de San Pablo y el Grupo de Puebla, cuyos objetivos son los de saltar al poder a través de la instauración de escenarios que hagan colapsar un sistema de gobierno hasta el estado fallido, colapsado, inhumano y neocapitalista.  

Para esas juiciosas y autorizadas voces del foro nacional, nada de lo que ha estado sucediendo en el último año en el país, es coyuntural o es el resultado de la incapacidad institucional que se le atribuye a esta administración. 

La izquierda internacional en América Latina ya olió otra oportunidad más en Honduras con el partido del ex presidente Zelaya en el poder del país.

Es lo que hicieron en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Argentina y Nicaragua. Instaurar un nuevo modelo ideológico de gobierno que más bien terminó desintegrando prácticamente el tejido social y económico de esos países, generando una polarización e inestabilidad brutal, y causando la peor crisis económica, política y migratoria del continente americano. 

Ese experimento, a pesar de haber causado un devastador daño a la misma democracia hemisférica, es lo que ya está en práctica en el escenario nacional.

Ahora nos toca abrir bien los ojos y cerrar filas ante esta  nueva embestida de las agendas ideológicas internacionales. 

Hondureños: antes que una ideología, está la democracia.

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