El gobierno ha presentado las cifras que delatan que las finanzas hondureñas están en descalabro por la brecha entre los ingresos y los gastos, el exagerado endeudamiento y el inmoderado gasto corriente.

Una de las vías por las que se fugan nuestros limitados recursos es el pago de sueldos para los burócratas de alto rango que se llevan, sin pudor alguno, gruesas sumas de dinero sin mayores méritos más que su filiación política, en la mayoría de los casos.

Sólo para el ejercicio fiscal 2022, está contemplada una cifra de más de 86,000 lempiras para alimentar la masa burocrática que absorbe casi la totalidad de los fondos recaudados.

¿Acaso no es una relación perturbadora que aproximadamente 300,000 funcionarios y empleados públicos devoren ocho de cada diez lempiras del presupuesto de cada Secretaría de Estado en sueldos y salarios?

Enfrentamos un desafío muy grande. Justo ayer, las autoridades de la Secretaría de Finanzas revelaron que las arcas están vacías; no hay recursos para el pago de sueldos y salarios, en el contexto de un Presupuesto que es considerado como "falso y corrupto" por su falta de sustento.

El déficit de febrero se calcula en 7,000 millones de lempiras y se proyecta que en marzo el desbalance subirá a 31,000 millones, cantidades a las que hay que añadir una deuda flotante de la Administración Central arriba de 12,000 millones.

Encima, se esperan consecuencias funestas del conflicto bélico entre Rusia y Ucrania que nos impactarán directamente. Los entendidos en finanzas nos han alertado que el eje transversal de la producción y de la productividad experimentará un duro golpe y el alza brusca en el valor de los combustibles nos va a sofocar en gran manera.
La espiral inflacionaria y la inseguridad alimentaria, son factores que -de la misma manera- van a obligar a revisar hacia la baja las proyecciones de crecimiento económico de nuestro país.

El panorama es ciertamente borrascoso. En principio de cuentas, es urgente que sea reformulado el plan de gastos e ingresos; que se exploren las opciones de alivio a la deuda pública y que se establezcan las reglas del ordenamiento fiscal.

Se nos ha presentado un informe completo de las "estropeadas" finanzas de nuestro país. Sobre esa base es que el gobierno de la presidente Xiomara Castro tiene que asumir el sacrificio que le corresponde.

Lo que no podemos admitir ni aprobar es que quienes han tomado la conducción del país sigan apoyándose en el actual estado de la hacienda, heredado de la gestión Hernández Alvarado, para relevar la culpa de la crisis y, eventualmente, justificar la ausencia de medidas encaminadas a colocar en balance nuestras cuentas..

Poner en orden las finanzas es una necesidad de primer orden. Es una cuestión de responsabilidad compartida y de voluntad política. Es tiempo de plantear salidas a "este callejón oscuro" en que están las finanzas hondureñas.

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