La Honduras en la que tratan de sobrevivir ocho de cada diez habitantes en situación de rezago, se hace jirones por la desigualdad, la corrupción, la impunidad y la falta de un proyecto de país.

Abundan las señales categóricas de que nuestros gobernantes son demagógicos; nuestros líderes están llenos de una ambición enfermiza; y nuestro pueblo, avasallado por la extrema pobreza y la inequidad.

La injusticia y la desigualdad se han impuesto como sello de la población pobre, que son los más en nuestro país. Los hondureños somos presa de una sociedad en crisis en todos sus ámbitos: económico, social, político y cultural.

La mayoría de nuestra gente sufre en un entorno que está condicionado por la emergencia sanitaria, por el derrumbe del aparato productivo, el descrédito del quehacer político y la degradación de nuestra democracia.

Nuestra sociedad entró en un proceso más acelerado de descomposición, a causa de la corrupción y de una incomprensible complacencia en los actos de los deshonestos.

¿Tenemos esperanza de vivir en un país distinto donde prevalezca la justicia y No la exclusión?

 ¿Podemos aspirar a construir una nación donde se dé respuesta a los pobres o vamos a permitir que continúe la mala cosecha de los advenedizos, aprovechados y pseudo líderes que solo buscan usurpar el poder?

En la presente coyuntura, los hondureños necesitamos que se privilegie la impartición de la justicia, el castigo para los corruptos, la equidad social, la misericordia para los desposeídos y el respeto a los derechos humanos.

Aspiramos a la edificación de una Honduras donde existan puertas abiertas para todos y buenas nuevas para quienes mantienen la noble cruzada por la justicia y la libertad.

Nuestro reclamo es puntual: Que se produzca un verdadero alivio a la exclusión social, que sea apartado todo riesgo de caer en un esquema económico de explotación y que se corte de raíz el empecinamiento de ciertos sectores de vender nuestra soberanía y de mancillar los intereses de la patria.

A las puertas de la elección de nuevas autoridades del país, si es que no se materializa la conspiración contra la consulta democrática programada para noviembre de 2021, abogamos por la construcción de un plan de país y de una visión de Honduras más justa, equitativa,  sin tolerancia para la corrupción y en constante progreso.

Nos hacemos eco del pronunciamiento de la Conferencia Episcopal: "Hoy más que nunca, Honduras nos necesita y espera el compromiso de todos en la construcción de una nación más digna y próspera; un país donde se luche codo con codo, donde el bien de uno se convierta en beneficio de todos"

¡Si No lo entendemos así, ya No queda nada más qué hacer en este país que se hunde!

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