La indiscriminada tala y la quema del bosque han creado condiciones climáticas extremas en Honduras, que casi está convertido en un desierto con una población de más de diez millones de personas, cuya existencia está seriamente amenazada. La destrucción de nuestros recursos forestales es acelerada y se refleja en la peligrosa contaminación del aire, las asfixiantes temperaturas, el agotamiento de las fuentes de agua, la falta de lluvias regulares y los prolongados períodos de sequía. Desde hace varias décadas, la destrucción de nuestros bosques se volvió sistemático, al tiempo que el cambio climático ha dejado su huella indeleble. Es impostergable la planificación y ejecución de acciones que hagan posible recuperar nuestros bosques, antes de que se nos venga encima una catástrofe provocada por nosotros mismos. Es un imperativo que se lleven a cabo intervenciones sistemáticas encaminadas a desentrañar la asociación entre las redes de criminalidad ambiental, las actividades comerciales ilícitas y el cultivo de droga, que son prácticas especialmente extendidas en Olancho y en La Mosquitia. LEA: Honduras registra casi 21,000 hectáreas de bosque afectadas por incendios en 2025 Al Ministerio Público le corresponde intensificar la persecución de los delitos ambientales y desmontar las sociedades del crimen organizado que se dedican a la explotación de las áreas protegidas. A las Fuerzas Armadas les toca las tareas de decomiso y destrucción de la maquinaria utilizada en la depredación de los bosques, y los Poderes Legislativo y Judicial tendrían que estudiar las propuestas dirigidas a endurecer las leyes contra los delitos ambientales. Hasta el 30 de abril se habían reportado 556 incendios y una superficie afectada de 15,479 hectáreas de bosque a nivel nacional, con mayores incidencias en Olancho, Francisco Morazán, Yoro, Comayagua, El Paraíso y Gracias a Dios. No debe haber tolerancia para los criminales que le han metido fuego a nuestros bosques, en particular a las zonas de reserva que son vitales para el equilibrio ecológico en el país. Los responsables de la inmisericorde depredación del bosque, ya se trate de los malévolos autores intelectuales o de los ejecutores de semejantes hechos, tienen que ser perseguidos sin tregua. Sobre ellos debe caer todo el peso de la justicia. Estamos frente a una hecatombe y ante un escenario apocalíptico: la devastación de nuestros recursos forestales con todas sus impredecibles consecuencias. Las infernales temperaturas, la contaminación del ambiente, la ausencia de lluvias, el agotamiento de las fuentes de agua y el deterioro de nuestros suelos, sólo son principios de dolores. La sentencia es inapelable: o hacemos algo, gobierno y gobernados, para rescatar nuestros bosques o preparémonos para perecer como resultado de la tala y quema de nuestra riqueza forestal. ADEMÁS: Editorial HRN: Impunidad forestal y tolerancia con los pirómanos