Es pasmosa la indiferencia con que las autoridades de la Secretaría de Salud, en particular, y  los integrantes del Sistema Nacional de Gestión de Riesgos (SINAGER), en general, actúan ante la virulencia de la pandemia.

Nos causa asombro y nos concita a enérgicos cuestionamientos, la negligencia con la que es abordada la emergencia epidemiológica en su etapa más alarmante.

La gestión de la crisis sanitaria ha estado en especial predicado por la falta de decisiones pertinentes y porque todas las acciones se han tomado "sobre la marcha", no sobre una planificación.

En la actual coyuntura, cuando sufrimos el ataque más severo del virus, nos encontramos a la deriva, sin saber hacia dónde vamos, e inmersos en una tremenda incertidumbre respecto a la llegada de la vacuna.

Hemos escuchado al inicio de esta semana a los altos cargos del sector salud, quienes han admitido que no saben cuándo serán recibidas las dosis de inmunización contra el patógeno que provoca covid. No podemos menos que entrar en desosiego y mostrarnos estupefactos ante tal declaración.

Los flamantes burócratas que están al frente de la urgencia epidemiológica informaron que un lote de 25,000 dosis de la vacuna donado por Pfizer-Biontech sería recibido en febrero de 2021 y que otra parte de los compuestos inoculantes, dados a través del mecanismo Covax, estaría disponible en el primer semestre de este año.

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Al día de hoy, no conocemos en qué fecha se hará efectiva la donación de un millón 900,000 vacunas para inmunizar a nuestra población y mucho menos sabemos para cuándo se espera concretar la adquisición de otro paquete de los compuestos farmacéuticos, cuyo financiamiento correría a cuenta del Gobierno. ¿Será, con suerte, para 2022, cuando las vacunas tengan un precio más alto en el mercado internacional?

Lo único que entendemos es que el Seguro Social ha realizado la gestión de compra de un millón 400,000 dosis de la vacuna de AstraZeneca con el aval de la empresa privada y que serían recibidas al cierre de los primeros seis meses de 2021.

De nada sirve que los funcionarios gubernamentales informen sobre las solicitudes que se llevan a cabo para adquirir las vacunas, si no se sabe cuándo van a estar listas para su utilización y si existe garantía de la llegada de más entregas.

Es vergonzoso que mientras en Honduras se ha tomado a la "ligera" y con reprochable ineficiencia el tema de la vacuna contra el covid, en Costa Rica, aquí mismo en Centroamérica, la Caja del Seguro Social había administrado, hasta la semana pasada, la primera dosis del medicamento de Pfizer a cerca de diez mil personas con una proyección de proteger a un millón y medio de habitantes en el corto plazo.

En nuestro país, los casos de covid se han duplicado, los fallecimientos se multiplicaron con alarmante velocidad y los centros de triaje y los hospitales están saturados, en tanto las unidades de cuidados intensivos ya no tienen cupo.

¡Tétrica realidad la nuestra en la presente emergencia epidemiológica! Estamos enfrentando la estocada más grave de la pandemia sin la seguridad de acceder a la vacuna, con los hospitales sin capacidad para recibir más pacientes y sin que hayan entrado en operación las estructuras móviles contratadas el año pasado por INVEST-Honduras.

Honduras debe darse prisa en la elaboración de un plan para el suministro, distribución y aplicación de las vacunas contra el nuevo virus, fortalecer la red hospitalaria e impulsar una intensa campaña de concienciación de nuestra gente sobre el giro que ha tomado la pandemia y el compromiso impostergable de acatar las medidas de bioseguridad.

¡Hay que actuar ya, antes que perezcamos todos!

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