La democracia garantiza el espacio donde todos somos escuchados, pero la autocracia, las ideologías y la demagogia, son los enemigos de la libertad, del diálogo y del progreso.

Esa reflexión de líderes religiosos de nuestro país tiene un sentido profundo y una visión que es consecuente para entender lo que acontece en Honduras.

Porque en nuestra nación se mantiene viva una polarización ideológica y existe un estrecho margen de análisis de la problemática para cuya solución se requiere de consensos auténticos.

En este espinoso terreno, dominado por la falta de diálogo, el odio, la persecución, las acérrimas confrontaciones entre grupos de poder político y económico, y los inconfesables intereses ideológicos, emergen voces que nos inquietan.

A medida que avanzamos en el proceso de elección de los magistrados de la Corte Suprema de Justicia, los protagonistas mueven sus piezas de juego en un ambiente de zozobra que ellos mismos alimentan.

No hay duda que los políticos entraron a realizar sus cálculos y a tomarle el pulso a las fuerzas que tendrán parte en la integración del máximo tribunal de justicia y en una nueva correlación entre los Poderes del Estado.

Te podría interesar: Repunte de covid se debe a circulación de variante ba-2 de ómicron; más de 500 casos en siete días

No hay que restarle importancia al riesgo que enfrentamos de que se desate una crisis institucional si no se llega a consensos políticos que permitan llevar a cabo una elección no tan contaminada del nuevo Poder Judicial.

Hay sectores han ido más al extremo y  se han atrevido a predecir que la pelea de los políticos por sus cuotas de injerencia, podría provocar que la elección de la Corte Suprema de Justicia no se lleve a término o que sufra una descomposición difícil de sanear.

No es menos sospechoso que, al son de las aguas revueltas por la designación de los magistrados del supremo tribunal que entrarán en funciones en 2023, se dé eco a las voces de los sectores interesados en conducirnos por el absurdo y torcido camino de la Constituyente.

¿Hay propósitos creados detrás del anuncio de una convulsionada elección de los magistrados para mantener un control político sobre la Corte Suprema de Justicia? ¿Qué tipo de componendas se comenzaron a alimentar en el Congreso Nacional?

En este entramado, cabe preguntar: ¿Está el Poder Ejecutivo siguiendo un juego para alentar los "cantos de sirena" en torno a la presunta necesidad de “armar de nuevo el Estado de Honduras?

Porque el único camino que nos puede llevar a una nueva Honduras es el consenso para fortalecer el Estado de Derecho, garantizar la independencia de los Poderes del Estado, darle efectividad a la democracia y construir una visión de país.

Para la consecución de tales propósitos encaminados a consolidar la institucionalidad y reclamar el genuino poder popular de los hondureños, hay que demostrar una verdadera capacidad de diálogo para llegar a consensos.  Ésta es la prueba de fuego para los políticos de nuestro país.