Que ya 126 municipios se hayan declarado territorios libres de ZEDE, indica que todavía no se ha bajado la guardia respecto al cuestionado proyecto de las zonas de empleo y desarrollo.

Que la ciudadanía consiente y organizada siga en pie de lucha mientras la institucionalidad ponga oídos sordos a cuánto recurso de inconstitucionalidad haya sido presentado, sugiere que aún la batalla no está perdida.

Es que cuando lo que está de por medio es la soberanía nacional y una inminente enajenación de la legislación hondureña, lo peor sería el olvido, o simplemente echarse para atrás, o hacerse de la “vista gorda”. Pero los riesgos son ciertamente latentes, en una sociedad susceptible a dejarse encantar por los cantos de sirena y por la mediática y corta atención a los asuntos en los que está de por medio el bienestar mismo y los sagrados intereses de la colectividad.

No hay tiempo entonces para bajar la guardia!. Este sería, más bien, el peor momento para abandonar la lucha y permitir que la cuestionada e inconstitucional iniciativa termine instalándose y echando raíces en el territorio nacional.

Y los alcaldes municipales parecen tenerlo claro. Al tiempo de no haber bajado la guardia, los municipios mantienen encendidas las alarmas sobre un potencial peligro que al amparo de su marco constitutivo, convertiría las ZEDE en territorios autónomos y ajenos al orden jerárquico que rige la constitución del país.  Lo que el plan de las ZEDE ha sembrado en el país, no han sido más que dudas y sospechas. ¿Vamos a dejar entonces que se consume un doloroso acto de traición a la patria y enajenación de la soberanía nacional?

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Los juristas han concluido que las zonas de empleo y desarrollo pondrán en riesgo los estratégicos recursos del país al tiempo que se estaría facultando a ciudadanos extranjeros arropados en su condición de inversionistas,  para que prácticamente se adueñen de terrenos en zonas en las que, al tenor del marco autónomo e independiente de las ZEDE, la legislación hondureña perdería su competencia y jurisdicción.

126 municipios de Honduras lo han entendido así y por eso sus pobladores a través de cabildos abiertos, se han declarado territorios libres de ZEDE. El peligro que para las comprensiones municipales supone este esquema de inversión extranjera es grave.

 Las zonas de empleo crearían estados dentro de un estado y zonas de exclusión dentro de los municipios, bajo su propio estamento jurídico y fuera del alcance de la jurisprudencia nacional.

No por poco y por menos estos modelos suponen una estrategia para profundizar las políticas neoliberales al extremo de desmembrar los territorios de los países donde sus pueblos originarios no son capaces de defender su soberanía. ¿Acaso queremos para Honduras un modelo que  fragmentaría el territorio, estableciendo un esquema socio-económico excluyente y bajo una normativa jurídica diferenciada?

De ahí que se insista en que estas zonas especiales no son más que una hoja de ruta distorsionada por el discurso de atracción de capital foráneo, que creará miles de fuentes de empleo y generará bienestar y riqueza.

Las demás alcaldías tienen ahora la palabra. O se van a dejar apantallar por el  espejismo creado por el esquema de las tales ciudades modelo a través del cual nos han querido vender a como dé lugar las zonas de empleo y desarrollo, o van a cerrar filas también como ya lo hicieron 126 municipios de Honduras. No se les olvide y no perdamos de vista que lo que está de por medio es la enajenación de la legislación hondureña y la soberanía nacional!

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