Los hondureños no podemos dejarnos llevar por ideologías que ya cayeron en caducidad. Estas posiciones nos conducen a la ofuscación y nublan el buen entendimiento.

Esta sentencia expresada por el cardenal Oscar Andrés Rodríguez corresponde exactamente con lo que ocurre en nuestro país y con la corriente hacia la cual nos arrastran quienes nos gobiernan.

En su mayoría, los sectores del país están influenciados por intereses ideológicos o presionados por objetivos sectarios que nada más contribuyen a polarizar más a la familia hondureña.

Somos una sociedad dividida. Hay una especie de rechazo a todas aquellas iniciativas que privilegian el diálogo y el entendimiento respecto a los acuciantes problemas que mantienen estancada y en retroceso a nuestra Honduras.

La crispación social y política en el interior del país se ha exacerbado, precisamente, por el conjunto de ideas extremistas que tratan de imponer sectores de poder a quienes no les importa que estemos asfixiados por un conjunto de problemas ante los cuales no se han planteado respuestas claras.

Lea más: Honduras entre los países más corruptos del mundo, según informe de Transparencia Internacional

Los choques entre grupos ideologizados en los sectores salud, educación y en la dirigencia obrera, para citar algunos ejemplos, lo mismo que las peleas vergonzosas entre los mismos funcionarios y empleados del Poder Popular y entre las fuerzas representadas en el Congreso Nacional, ilustran a cabalidad el ambiente de discordia descabellada en que vivimos los hondureños.

Este escenario doméstico se mezcla con una suerte de sobresaltos en el manejo de nuestra política de relaciones exteriores. Honduras ha dado un giro hacia la corriente de la izquierda latinoamericana que, con toda seguridad, nos traerá resultados desfavorables.

Si no es así, revisemos cómo el tono ideologizado de los reclamos que este Gobierno ha expresado contra el Gobierno de Estados Unidos ha derivado, en alguna medida, en la exclusión de Honduras del Programa de la Alianza para la Prosperidad Económica de las Américas.

¿Y qué decir del discurso que Honduras llevó ante la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en apoyo a los regímenes de izquierda y que llevó al Gobierno de la presidente peruana Dina Boluarte a retirar a su embajador en Tegucigalpa por intromisión en asuntos internos del país sudamericano?

Hacemos una relación con lo que declara un informe denominado “Riesgo Político en América Latina”: “la democracia a nivel global está bajo asedio de autoritarismos. Como resultado de ello, dos tercios de la población vive ahora en democracias en retroceso o en regímenes híbridos y autoritarios con un tinte populista”.

Honduras está, en efecto, en una compleja zona donde se suman una fragilidad del Estado de Derecho, una democracia que no es eficiente, una inconformidad social en efervescencia y una clase política que no hace mérito de su compromiso con el país.

La respuesta a nuestros males está en alcanzar los consensos para formular una visión de país, no en posturas ideologizadas que amenazan la paz, el desarrollo económico, la justicia social y el buen Gobierno.

¡La mató y se suicidó! El crimen de un adulto mayor obsesionado con jovencita que no le 'paraba bola'