En medio de todas las informaciones que han provocado especial polémica esta semana resalta la especie que consigna el desproporcionado salario que devengan los interventores de Inversiones Estratégicas (Invest-H).

Cada uno de estos tres funcionarios se lleva mensualmente más de 200 mil lempiras mensuales. Como era de esperarse, les ha llovido sobre mojado a esos servidores públicos quienes, a falta de una justificación legítima, se han limitado a decir que no sabían cuál era el salario establecido para el desempeño de sus cargos. ¡Qué simpleza!

Teníamos el conocimiento erróneo, o más bien la información imprecisa, que los señores que tomaron las riendas de Invest-H tras la caída estrepitosa del ex director ejecutivo, Marco Bográn, recibían una compensación razonable, equitativa y en sintonía con los tiempos de dificultades.

Resulta que los flamantes interventores se reparten “a lo grande” los recursos de la institución que ha estado en el ojo del huracán por el desvío o malversación de la partida que fue autorizada para la compra de insumos y equipo especial durante la pandemia.

Ciertamente ha sido un desempeño más “gris” y menos “brillante” el que han tenido los servidores que ahora intervienen Invest-H, en proporción con los emolumentos que perciben.

Y si nos referimos a los burócratas que están en esa misma condición de privilegio, debemos mencionar a un grupo reducido de 25 servidores de alto rango que reciben mensualmente entre cien mil y 300 mil lempiras.

¡Qué injusticia y qué disparidad! Los médicos del sector público, por ejemplo, tienen un salario entre 30 mil y 60 mil lempiras -dependiendo de su antigüedad y de su cargo- a todo lo cual hay que agregar su alta exposición al contagio por el nuevo virus y las extenuantes jornadas que desarrollan al frente de la gestión de la pandemia.

¡Qué bofetada para los simples mortales de este país, donde la pobreza ha crecido en un diez por ciento, donde siete de cada diez personas atraviesan por serias dificultades para sobrevivir y donde la desigualdad se ha profundizado!

¿Cómo es que todos estos funcionarios que anualmente reciben, en su conjunto,alrededor de 70 millones de lempiras -si no es que una cantidad mayor-mientras la mayoría de la población sufre serios problemas y muchas calamidades?

La desesperación se está apoderando de una buena parte de la población que no encuentra salida ante la falta de empleo, de recursos para vivir al límite de la pobreza extrema y frente a la exclusión social, la injusticia y la inseguridad.

Y, por si esto fuera poco, Honduras tocó fondo en sus posibilidades de competitividad, de inversión y de alivio de la deuda pública que, al cabo de este año, llegará a los 15,000 millones de dólares, el 67 por ciento del Producto Interno Bruto.

Los pudientes y acomodados funcionarios que tienen ingresos entre cien mil y 300 mil lempiras mensuales no están en disposición de hacer sacrificio alguno en tiempos de carencias. De ello nos han dado muestras inequívocas.

No obstante, los tiempos que vivimos ameritan de un compromiso de todos los que somos parte de este país. No puede prevalecer tanta ruindad o mezquindad de parte de unos cuantos políticos y funcionarios que son voraces, en detrimento de la mayoría del pueblo que perece en esta crisis y que es víctima de la pesada burocracia y de la insaciable masa salarial que nos devora.

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