¡Hoy es Navidad! Por segundo año, los hondureños celebramos el advenimiento del "Redentor del Mundo" en una circunstancia excepcional acentuada por una pandemia que ha menoscabado la condición social de las mayorías, impactado la economía y agudizado los problemas en otros órdenes de la vida nacional.

Acabamos de acudir a una cita con la democracia que ha concluido con una expresión de confianza del pueblo a la propuesta de una transformación de Honduras, con oportunidades para los segmentos más postergados y sin esperanzas de salir adelante.

Lo importante es que vivamos en paz, que en este tiempo de regocijo pongamos en práctica las enseñanzas del Evangelio y que hagamos propias las promesas de perdón, misericordia y de piedad.

Porque la navidad significa encontrarnos con nosotros mismos, examinar nuestras acciones y colocarnos en sintonía con el Ser Supremo. Es amor, comprensión, unidad y solidaridad.

Debemos ser solidarios y procurar la bondad, la mansedumbre y el bien común, no solamente en la época de navidad, sino de manera permanente para entender el sentido de nuestra vida, sin "maquillaje espiritual".

Esto es el todo y lo necesario: Que los hondureños seamos fraternales y compasivos unos con los otros y que estemos conscientes de nuestra responsabilidad con nuestra familia, con nuestra sociedad y con nuestro país.

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No podemos vivir superficialmente ni a la deriva, sino ir en pos de nuestra identidad, unir esfuerzos para buscar la solución a nuestros males y mantenernos en pie para construir un futuro mejor.

Para llegar a ese nivel de madurez, comencemos por rescatar los valores dentro de la familia, que es la célula de la sociedad y la base de la conciencia colectiva

Pongamos de manifiesto la fuerza interna que tengamos cada uno de nosotros y la voluntad inquebrantable de ser mejores personas y para edificar un mejor país.

Porque si bien es cierto encaramos todo tipo de embrollos propios de nuestra condición de país en vías de desarrollo, la esperanza debe guiarnos a buenos propósitos en todo momento.

Lo que falta es que nos apropiemos de los eternos principios que redimen al ser humano y que tomemos la decisión de avanzar juntos hacia los fines de hacer el bien, buscar la justicia y construir la prosperidad de Honduras.

En Navidad, tiempo de reflexión, de convivencia, de perdón y de alegría, los hondureños declaramos: ¡Gloria a Dios en las alturas, y en la tierra paz y buena voluntad para con los hombres!