Ha pasado ya un mes desde que se aprobaron en el Congreso de la República los cuestionados contratos de generación de electricidad y vaya usted a saber si alguien volvió a decir algo sobre la confusa adjudicación.       

El recién pasado uno de octubre entró en vigencia el ajuste tarifario correspondiente al cuarto trimestre del año, y seis días después de dicho incremento en el valor de la factura, nadie volvió a “brincar” por el tarifazo.    

La Comisión Reguladora de Energía Eléctrica había advertido que los contratos aquellos, leoninos desde las bases de su licitación y desde los plazos de cumplimiento, terminarían siendo perjudiciales para la estatal eléctrica, por haberse ignorado otras ofertas más competitivas, para la economía nacional y para el consumidor o el interés público.                            

La propia CREE les dijo a los diputados que le dieron luz verde a esos contratos que los mismos estaban fuera de la ley, que se les habían hecho cambios en condiciones distintas a las requeridas en las bases de licitación, en el combustible a utilizar, pero ahí, sospechosamente, “no se oyó padre”.  

La historia de nunca acabar en Honduras. La historia que tiene a la estatal eléctrica al borde la quiebra. La vieja historia de los contratos de energía que resultaron en un chasco para el Estado y para los usuarios.            

Al tiempo que reconocían en aquel momento que se aprobaban, que dichos contratos adjudicados a un mismo y subrepticio grupo empresarial, no evitarían la revisión tarifaria, el órgano regulador puso además en evidencia la  modificación irregular y al margen de la ley que dicha adjudicación denotaba, pero aún y así, nadie levantó la mano en la cámara en contra de la aprobación. 

Se les dijo y en tiempo y forma: rectifiquen en favor del interés público, de las destartaladas finanzas de la ENEE y de la economía nacional.        

Y miren ustedes si los apagones no siguen. Y vean ustedes si la tarifa no la siguieron revisando y al alza. Y miren ustedes la calamitosa situación en la que está la estatal eléctrica.                       

Adjudicación de contratos que solo hunden al país en las tinieblas. Convenios que tan sólo atizan la desigualdad porque las cláusulas velan más por las utilidades de los proveedores y grupos empresariales que siguen cerrando  pingues negocios pero para el estado de Honduras.                                                                       

Arreglos que causan además graves distorsiones al mercado energético que no puede de esa manera ser liberado a la libre competencia.    

Y mientras Honduras no se libere de esas cadenas de irregularidades contractuales que impactan en el pago de una factura eléctrica grosera e impagable para el consumidor, que obliga a la gente a robar energía, vamos a seguir alimentando las historias que nunca vamos a dejar de contar. 

Los eslabones, onerosos y lesivos, de esta pesada cadena que el Estado de Honduras debe seguir arrastrando a cuestas, en detrimento de sus intereses nacionales y su valorización patrimonial.         

 ¿Y la institucionalidad?. Cuando se tengan evidencias de contratos como estos, que dañan y lesionan el interés público, esa institucionalidad dada a rasgarse las vestiduras de honorabilidad y decencia, que nos dice que no es ladrona, es cuando tiene que levantar la mano y salir al rescate de su misma credibilidad perdida, y de la valorización del país y su prestigio, lamentablemente lacerado por este tipo de contratos y concesiones, chuecos y pandos, como decimos popularmente los ciudadanos agraviados.

Noticia relacionada: Honduras ha retrocedido 20 puntos en transparencia y 29 en competitividad, según críticos